Aludiendo explicaciones sanitarias y la situación particular de la zona de Iquique entorno al nivel de casos declarados con A H1N1 se suspende la fiesta religiosa de La Tirana debido al alto riesgo de un contagio masivo y por ende una situación no controlable de la enfermedad.
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Podría haberlo leído como un tema noticioso más, pero las consecuencias de una medida de este tipo no sólo son para el pueblo y el evento en particular, si no que afecta tentativamente (con mucha tentación para todos los seremis de salud) a todas las tradiciones culturales con carácter de masivas. Pero digámoslo con todas sus letras, el MINSAL, cuando a las dos semanas de declarada la primera confirmación y pasó de una estrategia de Contención a una de Mitigación del brote, asumió que en un futuro cercano la A H1N1 iba a equiparar a la Influenza estacional y por ende había que incorporarlo al diccionario de enfermedades médicas.
Es decir, no es que hayan bajado los brazos, confío bastante en el equipo técnico que maneja este tema, para ello la autoridad funciona como tal, lo que preocupa son las decisiones políticas que vienen asociadas a las recomendaciones técnicas. El Seremi de Salud de Iquique no tomó esta resolución por cuenta propia, debió haber hecho consultas a Santiago, al Intendente, a los alcaldes, al Obispo de Iquique y por ende todos, con sus apreciaciones incluidas, debieron asumir lo necesario de esta medida.
Lo que preocupa son las consecuencias de esta medida. El primer golpe noticioso consistía en la suspensión de la fiesta, el segundo golpe fueron las consecuencias sociales y económicas que deja.
Voy a poner un ejemplo bien burdo. El Metro de Santiago transporta diariamente 2,3 millones de pasajeros (2.300.000 viajes, cerca de un millón de personas al día). Puede haber muchas consideraciones de por qué no se aplica esta medida al Metro pero la más clara es que las consecuencias del remedio serían más caras que las de la enfermedad. Bueno, además del hecho que ocurriría en la capital y las consecuencias políticas no serían afrontables por ningún personaje. Es decir, “partamos probando en regiones para ver que es lo que pasa” así ocurrió con la aplicación de la Reforma del Poder Judicial, los efectos en regiones son menores y se pueden llegar a controlar.
Ahora con las tradiciones ocurre lo mismo, por suerte la situación apareció después del verano cuando muchas de nuestros eventos se concentran en periodo de vacaciones, tradiciones históricas y otras nacidas para revitalizar el pueblo aprovechando a los veraneantes. Otras tantas tradiciones son de carácter religioso y no son estivales, pero el Obispo de Iquique ya marcó pauta sobre el discurso que hay que sociabilizar. Y el Minsal tiene todo el apoyo del gobierno y el parlamento para efectuar las medidas que estime conveniente. Pero llegaremos al verano y casi, casi aseguraría que no habrán mayores indicaciones que el simple hecho de lavarse las manos.
¿Con la Salud de las personas no se juega?
El nivel de contagiados y el número de personas fallecidas lo justifica. ¿y el alcohol? ¿y el tabaco? ¿y el cáncer? ¿y los accidente vehiculares? Aps… perdón, son factores sociales que ya están asimilados en nuestro colectivo. Quizá por eso el Conace decidió gastar tanta plata en la campaña contra la marihuana y se le “hashe ashí” levantar un solo dedo contra el alcohol.
Luis Fraczinet
Poeta Cesante
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