Somos seres pasionales que rara vez practicamos la razón. Aunque nuestra cubierta es frígida y parca, quedamos completamente desnudos cuando ocurre algún evento personal o social que afecta nuestras emociones. Algunas de éstas son manipuladas y otras simplemente desbordan sin control. Lo que mostramos y vemos en los medios de comunicación masivos son siempre sensaciones manipuladas para obtener algún producto o actitud en beneficio de alguien. En lo colectivo, nos emocionamos cuando los chiquillos ganaron sus medallas en las olimpíadas, estamos pegados a la televisión para ser partícipes apoyando a los familiares de los mineros, somos eternos agradecidos cuando llegamos a la META de la Teletón.
Pero cuando hay un evento social que no está previsto, que afecta directamente a muchos chilenos, como el pasado terremoto y que nos encontró en nuestros momentos más íntimos, simple y llanamente, la razón desaparece y la pasión queda al desnudo. Ni el Mercado, ni el Estado están preparados para actuar. Los individuos nos encontramos con una fuerte sensación de abandono, ya que no sólo se caen nuestras casas, sino que se derrumba el mundo sobre el cual depositamos nuestra confianza que nos permitían vivir el día a día. Nuestros autos son inútiles, la tecnología es nula y los servicios de emergencia se ven impotentes ante tanta necesidad, los instrumentos de comunicación inmediata desaparecen y con ello nuestra necesidad de informarnos se convierte en angustia.
Desaparecemos como sociedad y volvemos a situarnos en nuestra condición de individuo. La tarjeta de crédito es inútil, solamente valen los brazos que tienes para cargar agua, los pies para caminar y el dinero en efectivo y a veces, más que dinero, es la capacidad de tener algo que otros quieren. ¿TRUEQUE?
El individuo vuelve a ser por sobre todas las cosas, no un individuo racional, es un individuo que re-quiere más de lo que necesita. Esto genera muchos problemas de convivencia. En resumen, el terremoto rompió todo lo que se tenía que romper y luego hemos tenido que aprender a convivir.
El Estado y el Mercado, y con ellos van a la bolsa los medios de comunicación como principales cómplices, fueron inoperantes, a pesar de la gran cantidad de recursos que disponen, económicos y en infraestructura, para dar solución a nuestras necesidades emocionales más inmediatas, incluso meses después de ocurrido el terremoto. También hay que asumir que entre las emociones que controlan socialmente para sus objetivos, no se encuentran la paranoia, el pánico y la angustia.
Ni el Mercado ni el Estado son eficientes en impactar positivamente en la sociedad, es la cultura en todos sus aspectos la que debe reconstruir e impactar en la reconstrucción emocional de la sociedad (Hay que hacer la salvedad que las condiciones individuales son responsabilidades personales).
En este sentido los actores del mundo de la cultura, también sufrieron el proceso natural de levantamiento después de este evento. Luego de sanar sus necesidades inmediatas, se restablecieron los contactos con sus redes de trabajo para así saber y conocer en qué condiciones estábamos, en qué se puede ayudar, qué es lo que se necesita y qué es lo que se puede hacer. Pasaron dos semanas y mientras los servicios básicos estaban volviendo paulatinamente comenzamos a enterarnos de algunas actividades que se estaban realizando como iniciativas personales y grupales, pero sin ninguna articulación territorial y menos aún con recursos para realizarlas. Iniciativas grupales que por sobre todo no estaban en la búsqueda de difusión. Se hacían por que se necesitaba. De hecho a nosotros como medio de comunicación cultural nos costó un poco más encontrar esa información, precisamente por lo que mencioné anteriormente. Esto contrasta con las gigantografías y campañas de comunicación que aparecieron por parte de las empresas, incluso de aquellos supermercados que fueron saqueados, que trataban de hacer volver a la normalidad a una sociedad entera.
Mientras, el Chile Ayuda A Chile fue un tratamiento psicológico en masa para quienes tenían ese vacío enorme que generaba la necesidad de ayudar y no sabían cómo. En las zonas afectadas por el terremoto, fue y ha sido la cultura la que ha reafirmado su valor como elemento sanador
La Cultura y quienes hacen cultura HACEN Y CREAN ALEGRÍA porque en el origen de nuestra actividad está la naturaleza de saber discriminar la belleza en todos sus aspectos y lo bello de nuestra capacidad creativa solo puede ser un aporte a nuestra sociedad para crecer y jamás retroceder.
En todo este proceso en la Región del Bio Bío se vio un fenómeno muy especial, el apoyo para reiniciarnos como sociedad provino de la empresa privada, pero no cualquiera. En Chillán fue la Radio El Sembrador y en Los Ángeles y Concepción fueron las estaciones locales de Radio Bio Bío. En los días inmediatos la necesidad por informarnos sanaba en parte nuestra sensación de invalidez.
Mientras los medios de comunicación nacionales tomaron como elemento noticioso los íconos del terremoto y maremoto (creando campameto en el edificio Alto Rio, Dichato, Constitución) las radios locales que les mencioné, y otras con otros alcances territoriales, eran usadas por la comunidad como punto de apoyo para comunicarse e informarse de lo que ocurría y de lo que era necesario hacer. En el caso particular de la Radio Bio Bío esa relación de servicio, y creo que se dio en muchas otras, se fue reflejando en el apoyo que como comunidad podríamos ofrecer, la fidelidad.
Con la llegada de la energía eléctrica e internet (minutos después) los medios chiquititos, como el nuestro, hemos podido darnos cuenta de la cantidad de correos que se recibieron en nuestras casillas y todos, sin faltar ninguno, hizo lo que pudo para ayudar. Pero, pasado los meses hemos vuelto a nuestras líneas de trabajo.
Es curioso ver que el fenómeno social causado por el terremoto se vió reflejado casi inmediatamente en las plataformas alternativas. Hay que mencionar, que los medios de comunicación más grandecitos se validan no solo por el prestigio, sino que también por las fuentes de información y número de visitas o audiencia. En el caso de los medios chiquititos debemos hacer uso a la complicidad y compromisos locales que se ven reflejados en las plataformas alternativas donde los usuarios, nos es imposible comparar las estadísticas de visitas con los medios grandes y hacemos uso de las plataformas como facebook y twitter para demostrar el nivel de efectividad que disponemos.
Sin embargo, la Radio Bio Bío rompió un esquema y se tuvo un éxito desproporcionado en el lugar donde los medios chicos dominaban. A su página de Facebook se suscriben hoy más de 255 mil usuarios. Esto es comunicacionalmente un elemento muy potente para la línea editorial de la radio, pero debo decir que ha dejado de ser la página de la Radio Bio Bío y ha sido la comunidad la que se ha tomado este espacio. Es cosa de ver cómo después de cada réplica la página de facebook se convierte en Zona de Desastre y el pánico y la angustia vuelve cada vez que se siente un temblor, de cualquier magnitud. El elemento común de quienes escriben en esa página de facebook es “¿de cuánto fue el sismo?” “¿Por qué esconden la información?” “¿es cierto que se viene un terremoto más grande?” “escuché un rumor que decía…”
En lo personal, en Nuestro Bio Bío, optamos por una línea de publicación que nos costó pero lo logramos. JAMÁS PUBLICAMOS IMÁGENES DEL TERREMOTO ni noticias que afectaran la convivencia social. Mientras que en nuestro sitio sólo publicamos elementos que fueran un aporte a nuestra realidad, en Facebook tomamos para el palanqueo cada réplica. La ironía y el sarcasmo directo a la herida fueron y es nuestra principal herramienta de comunicación. Cuesta, porque no somos humoristas. Solo es necesario mantener una visión crítica de lo que nos está ocurriendo y ser un aporte y no un ancla.
Se un medio chiquitito, subjetivo, parcial y dependiente nos permite hacer esos juegos.
Luis Fraczinet
Nuestro Bio Bío Tierra de Encuentros... tectónicos.
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