martes, 17 de marzo de 2009

Ley General de Educación

Nada bueno me imagino que pensaba el equipo político del gobierno al pronosticar el ambiente para la aprobación de la Ley General de Educación. Un proyecto emblemático, el valuarte del mecanismo de solución de conflictos en base a Comisiones propuesto por la señora Presidenta y cuando está aprobándose en el Congreso, casualmente esta en la India. La pregunta más lógica es pensar por qué se dejó para esta semana la aprobación de dicha ley cuando no está en el país la persona que más provecho político podría sacarle.

El resultado es televisivamente notorio una ley que ya empezó con problemas y los principales actores llamados a mejorar la educación, los profesores, fundamentos políticos a parte, ya tienen programa de protestas.

Hay algo mal en el procedimiento de acuerdos de dicha comisión universal de la educación, donde los profesores, y los estudiantes que aún no dan su comentario, hacen patente su descontento.

Pensaba que desde los tiempos de Frei, cuando en diciembre del 2005 inició el conflicto de la Ley de Modernización de la Educación, se había aprendido a dialogar con los principales actores de la educación. Pero el congreso no comprendió esto y revisando un poquito el listado en esencia los senadores del 2005 sieguen siendo los mismos que los de ahora. Por ende entiendo que los mecanismos del 2005 siguen siendo los mismos y esta consensuada forma de trabajo de comisiones no logró sus mejores resultados.

La sensación, de que luego de meses de trabajo, esto terminó siendo un buen arreglo entre Alianza y Concertación, me deja otro sabor amargo.

No soy experto en los resultados, es decir en la Ley en si, pero si me preocupan los procedimientos que conllevaron a un diálogo institucionalmente fracasado, pero que los políticos tradicionales denotan como un gran acuerdo con “gran beneficio para los padres”.

De la ley o el proyecto aprobado lo importante no está en lo que dice, si no en los vacios que deja, en las interpretaciones que el mercado puede darle y las ventajas que el negocio privado de la educación puede sacarle.

Según los expertos en el “robo hormiga” la mejor ley es la que omite.


Luis Fraczinet
Comentarista Deportivo