Mis padres trabajaban como inquilinos y vivíamos muy cerca de un pueblito que se llama la Quiriquina, a doce kilómetros de Chillán Viejo. Éramos seis hermanos. Cuando comíamos carne era una fiesta. Éramos muy pobres.
Después mi papá se vino a un fundo en Lonquén, allá metido entre los cerros de Melipilla adentro.
Mi padre era analfabeto y no quería que nosotros fuéramos al colegio para que pudiéramos ayudarle, y así desde los seis o siete años iba a trabajar con él al campo. Pero mi mamá sabía algo de leer y así desde el principio insistió que por lo menos aprendiéramos las letras.
Mi mamá era cantora como decimos los chilenos y cada vez que tenía que ir a alegrar una fiesta o un velorio allá partía con el más chico de los seis que era yo. Los rasguidos de la guitarra penetraban en mí; recuerdo que me quedaba detenido frente a ella escuchando la guitarra
Más Información en el sitio web de la Fundación Víctor Jara: http://www.fundacionvictorjara.cl
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