Cuenta la leyenda que las tres Pascualas vivían junto a una laguna, soñando con el amor eterno, puro y fiel; en una ocasión pasó por allí un forastero, y las tres, apasionadamente, se enamoraron.
En sus mentes el enorme deseo guardado por años bajos sus ojos descubrió en aquel forastero la imagen de sus sueños, la necesidad de sus cuerpos y el destino de sus fantasías juveniles.
En las palabras de aquel forastero cada una de las Pascualas encontró el cobijo de una vida dibujada cual susurro en la tormenta.
Las tres mujeres, llevadas por la fuerza de la pasión, se encadenaron mutuamente a un destino donde las aguas de la laguna cobijaron su amor.
Su soledad... la de cada una de ellas, se veía por fin acabada tras ese sensual coqueteo con el Forastero. Sonrientes brillaban por si solas y a coro eran un destello en la laguna.
Pero un día el forastero se fue y las Pascualas, que antes se querían como hermanas, se miraron con odio y con recelo. Hasta que se dijeron: "¿A qué pelearnos? ¿No estamos las tres sufriendo del mismo mal? Vamos a la laguna, y la que alcance primero la otra orilla, es la que más lo quiere".
Y nadaron, nadaron hasta el cansancio, llegando una y otra vez juntas a la otra orilla; hasta que la Pascuala primera desapareció bajo el agua. La Segunda se sumergió en su búsqueda, y como ninguna de ellas volvió a aparecer, la Pascuala tercera se dejó morir en su ausencia.
Las tres pascualas se ahogaron por amor en la laguna, y ahí están aún, llorando su desgracia.
Si quieres visitarlas y escuchar su canto, verás que bajo estas aguas ya no están las pascualas... Aquellas se fundieron en las pasiones de un amor no correspondido que sujetará tu alma por un instante... aquel donde tus ojos se cerrarán con la brisa bajo la luna.
Adaptación de la obra de Isidora Aguirre
Del Poeta Luis Fraczinet
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