lunes, 5 de septiembre de 2022

Archipiélago de Chiloé: Evidencias Locales Del Cambio Climático Y Sus Impactos

Autores: Victoria Reyes-García, Julia Vieira da Cunha Ávila y Julián Cabiedes.


Revista Antropologías del Sur. N° 17, 2022, Págs. 103 - 120.


Existe un amplio consenso en que el clima en la Tierra está cambiando. Además, el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, 2022) y el informe conjunto de este con la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) (Pörtner et al., 2021) reconocen la interdependencia de los cambios en el clima con otros cambios globales y locales de carácter ambiental y social, como la pérdida de biodiversidad, el consumo insostenible de recursos naturales, la degradación de la tierra, la urbanización, los cambios demográficos o las desigualdades económicas. Es más, estos informes reconocen que la interacción entre los impactos del cambio climático, que se manifiestan de forma diferente en diferentes áreas del planeta, y los distintos patrones de desarrollo socioeconómico, uso de recursos y patrones de desigualdad y marginación dan lugar a diferentes vulnerabilidades frente al cambio climático, en general afectando de forma negativa la capacidad de adaptación de las sociedades y los ecosistemas (IPCC, 2022). 


Pese a que el cambio climático es global, sus impactos varían en los distintos socioecosistemas. De la misma manera, existen variaciones en las formas en que estos son vividos e interpretados. Así, la forma en que la gente entiende el cambio climático, incluyendo las interpretaciones de las causas subyacentes, las conexiones con otros cambios observados y los impactos en sus formas de vida, está mediada por su experiencia directa y, a la vez, informada por sistemas de conocimiento local (Hulme, 2009; McMichael et al., 2021). En este sentido, en sus numerosas reinterpretaciones, el concepto de “cambio climático” puede incluso aparecer desvinculado del significado que le otorgan los científicos (Fernández-Llamazares et al., 2015). 


Existen tensiones epistemológicas entre las diferentes formas de entender el cambio climático tal y como lo propone el sistema de conocimientos científicos (que promueve explicaciones consideradas objetivas, impersonales y apolíticas) y la experiencia vivida por las comunidades locales (situadas social, geográfica e históricamente) e informadas por otras formas de conocimiento (Jasanoff, 2010). Pero estas tensiones pueden también ser un recurso válido para mapear y comprender sus impactos, así como para proponer formas contextualizadas de adaptarse a ellos (Cramer et al., 2014; Hu et al., 2020; Petzold et al., 2020; Schlingmann et al., 2021). 


El cambio climático afecta desproporcionadamente a los pueblos indígenas y las comunidades locales que dependen directamente de la naturaleza para su sustento (Adger et al., 2013; IPCC, 2022). Dada la magnitud de los impactos y la larga historia de interacción de estas comunidades con su entorno, estas han desarrollado un conocimiento amplio y complejo que les permite detectar cambios en los sistemas físicos y biológicos de los cuales dependen (p. ej., Stigter et al., 2005; Brondizio & Moran, 2008; Junqueira et al., 2021). 


De hecho, existe consenso en que observan muchas de las manifestaciones del cambio climático gracias a su relación directa con la naturaleza y su capacidad de transmitir estas informaciones en el seno de su cultura (Ford et al., 2016; Reyes-García et al., 2016; Savo et al., 2016). Por ejemplo, se ha documentado cómo diferentes pueblos indígenas y comunidades locales han reportado tanto cambios atmosféricos (p. ej., temperaturas y precipitaciones) y biológicos (p. ej., desaparición o disminución de plantas y animales nativos que alguna vez fueron abundantes), como impactos en sus formas de vida (Rautela & Karki, 2015; Ruggieri et al., 2021; Bauer, De Jong & Ingram, 2022). 


Sin embargo, la literatura reconoce también las limitaciones de los sistemas de conocimiento indígena y local. Por ejemplo, debido tanto a la diversidad de sistemas de conocimiento como a la forma en que las diferentes personas experimentan los impactos, existen percepciones diferenciadas sobre las causas y las consecuencias del cambio climático (Hochachka, 2019), así como una multitud de posibles respuestas a dichos impactos (Schlingmann et al., 2021). 


Tal heterogeneidad contrasta con la imagen consensuada que promueve el conocimiento científico. Es más, dado que los sistemas de conocimiento indígena y local privilegian observaciones de cambios a pequeña escala (tanto geográfica como temporal), estos sistemas de conocimiento pueden pasar por alto cambios que ocurren a escala global o cambios con un impacto no visible sin los equipos adecuados (García-del-Amo, Mortyn & Reyes-García, 2020). 


Frente a las limitaciones de los diferentes sistemas de conocimiento para entender la complejidad del cambio climático, se han alzado distintas voces que argumentan que ningún sistema de conocimiento es capaz de abordar dicha complejidad por sí solo (Vogel & O’Brien, 2022) y que la diversidad de sistemas de conocimientos, valores, visiones, experiencias y creencias que caracterizan a la especie humana puede contribuir a dar respuestas complementarias a este desafío global (O’Brien, 2021; Orlove et al., 2022).


"En respuesta a este llamado, en este trabajo analizamos tres formas diferentes de experimentar el cambio ambiental desde una perspectiva local, aportando así a la documentación de la manera como diferentes sistemas de conocimiento y experiencias locales contribuyen al entendimiento del cambio climático y sus impactos. Los tres ejemplos analizados destacan cómo estos pueden ser experimentados localmente de formas muy distintas. La experiencia de las campesinas chilotas enfatiza las conexiones entre diferentes motores del cambio al explicar la sequía y sus impactos en la agricultura. 


El ejemplo de los tsimane’ (Ver Publicación) enfatiza cómo las causas subyacentes al cambio climático se explican no solo desde la experiencia vivida, sino también desde la propia cosmovisión. Finalmente, los ribeirinhos del curso medio del río Solimões (Ver Publicación) enfatizan los impactos del cambio climático en la salud, lo que contribuye a entender las prioridades locales. Aunque en ningún caso estos tres ejemplos pueden considerarse exhaustivos, en su conjunto ejemplifican la diversidad de formas locales de experimentar e interpretar el cambio climático y sus impactos."


En respuesta a este llamado, los autores de este trabajo analizan tres formas diferentes de experimentar el cambio ambiental desde una perspectiva local, aportando así a la documentación de la manera como diferentes sistemas de conocimiento y experiencias locales contribuyen al entendimiento del cambio climático y sus impactos. Para los fines de esta publicación solo publicaré el caso de la experiencia de las campesinas chilotas que enfatizan las conexiones entre diferentes motores del cambio al explicar la sequía y sus impactos en la agricultura. 


Tanto la metodología como los otros casos puede revisarlos en la publicación original para lo cual dejo el link a continuación.

http://revistas.academia.cl/index.php/rantros/article/view/2317/2396


Múltiples causas explican la sequía en el archipiélago de Chiloé, Chile


El archipiélago de Chiloé, en el sur de Chile, es reconocido mundialmente por su agricultura de pequeña escala (Koohafkan & Altieri, 2011). Desde tiempos prehispánicos, los pueblos Chono y Huilliche, habitantes de las casi 40 islas que componen el archipiélago, basaron su alimentación en la pesca, la recolección de productos del bosque y el mar, y la agricultura de pequeña escala (Cárdenas Álvarez & Villagrán Moraga, 2005; Ristaino & Pfister, 2016; Álvarez et al., 2019). En la actualidad, numerosas familias huilliche, así como familias no indígenas, continúan practicando la agricultura de pequeña escala aplicando conocimiento y técnicas locales. 


Este tipo de agricultura, que incluye el cultivo de papas, huertas, quintas de manzanas, praderas, aves de corral y ganado, es el pilar fundamental de la soberanía alimentaria de los habitantes de la isla. Chiloé es también reconocido como un centro secundario de origen de la papa (Solanum tuberosum), con más de 300 variedades nativas registradas (Solano, 2019). En 2011, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) designó al archipiélago de Chiloé como uno de los 62 “sistemas importantes del patrimonio agrícola mundial” (SIPAM), reconociendo así la importancia local y global de este agroecosistema. Sin embargo, diversos procesos de cambio globales y locales están afectando fuertemente la resiliencia de la agricultura en Chiloé y los medios de vida campesinos del archipiélago.


La agricultura chilota ha dependido históricamente de la lluvia. Charles Darwin, en su paso por Chiloé en 1835, describía el clima del archipiélago diciendo:


"En invierno el clima es detestable, y en verano es sólo un poco mejor. Creo que hay pocas partes del mundo, dentro de las regiones templadas, donde cae tanta lluvia. Los vientos son muy fuertes, y el cielo casi siempre nublado: tener una semana de buen tiempo es algo maravilloso"


Sin embargo, el lluvioso y nublado Chiloé pareciera ser cosa del pasado. En las entrevistas, los cambios atmosféricos relacionados directamente con el cambio climático y la sequía (p. ej., menores precipitaciones y mayores temperaturas) fueron las observaciones más frecuentemente mencionadas. Al consultar sobre cambios en el ambiente, la totalidad de las personas entrevistadas mencionaron que actualmente llovía menos, situación que impactaba directamente en sus medios de vida. Muchas otras personas entrevistadas mencionaron que las lluvias ahora duraban menos. “En la antigüedad podía llover semanas sin parar” fue un testimonio recurrente. 


Por otra parte, todos los participantes mencionaron que actualmente las sequías también eran más intensas y las temperaturas más elevadas que en el pasado, y que los ríos y las lagunas ahora estaban secos. En palabras de una de las participantes: “Los animales ya no tienen agua. Nosotras de niñas nos bañábamos en las lagunas, eso ahora es imposible”


Al consultarles sobre las causas de esos cambios, muchas personas mencionaron directamente el cambio climático. La condición de archipiélago de Chiloé hace que sea especialmente vulnerable a los efectos del cambio climático, por ejemplo, respecto del aumento en el nivel del mar (Veron et al., 2019). Sin embargo, la mención al cambio climático aparecía a menudo interrelacionada con procesos que ocurren a escala local. Por ejemplo, las personas entrevistadas relacionaron la escasez hídrica no solo con la falta de lluvias, sino también con la irrupción de nuevas actividades económicas en la zona, como pisciculturas, miticulturas, plantaciones forestales y la extracción de turberas (Sphagnum spp.). Así, más de la mitad de las participantes mencionaron que en la actualidad había más plantaciones de especies forestales exóticas (pinos y eucaliptos), fenómeno que relacionaron directamente con la reducción de la disponibilidad de agua en la isla. Una participante mencionaba que “Después que plantamos esos eucaliptos, se nos secó un arroyito que pasaba por ahí. Ahora los voy sacando de a poco, pero el agua no ha vuelto”. 





Es importante destacar que desde la década de 1980 comenzaron en Chiloé las plantaciones a pequeña escala de especies forestales exóticas incentivadas por una política estatal establecida durante la dictadura (Decreto 701). Sin embargo, desde la modificación en 1998 de este decreto que beneficia las plantaciones con pinos y eucaliptos, la superficie plantada con estas especies ha aumentado de manera exponencial, con casi 3.000 hectáreas plantadas entre 2003 y 2012 (Gerding et al., 2014). Algo similar fue observado por las personas entrevistadas con respecto a la disminución del bosque nativo y su relación con la sequía: “Claro que afecta [que se tale el bosque], porque los árboles mantienen la humedad del suelo”, mencionaba un entrevistado. 


Frêne et al. (2022) reportaron que, especialmente durante los meses más secos en verano, los bosques de Chiloé almacenaban hasta 60 % del agua que recibían. Sin embargo, la tala de bosque, ya sea para madera, leña o “limpieza” del bosque para la agricultura (como lo denominan los participantes), una actividad histórica y aún habitual en la isla (Quintanilla & Matute, 2005), afecta la capacidad del suelo para almacenar agua. 


Otro cambio mencionado por la mayoría de los participantes fue la extracción de turberas. En Chiloé, las turberas son ecosistemas esenciales tanto para la acumulación de carbono como para la regulación hídrica (Díaz et al., 2012; León & Oliván, 2014; Iturraspe & Urciuolo, 2021), pero su explotación está en aumento, lo cual afecta al régimen hídrico. Una señora  comentó: “Nuestra agua viene del cielo y de la tierra, de las lluvias, las napas y los pompones [turberas]”, y otra entrevistada dijo: “Antes los pompones no eran tema. Recién se empezó a hablar de eso cuando los empezaron a vender”.


Los autores de este estudio concluyen que dado que las evidencias presentadas por los habitantes locales no están necesariamente documentadas en la literatura científica, los ejemplos presentados en este estudio refuerzan la idea de que múltiples fuentes son necesarias para tener una comprensión holística del cambio climático. Independientemente de si han sido confirmados por la evidencia científica o no, los ejemplos analizados contribuyen a crear una imagen enriquecida de las conexiones entre diferentes motores de cambio, las causas subyacentes al cambio climático y los impactos locales de este fenómeno. Es más, las evidencias presentadas sugieren que su comprensión holística y la de sus impactos debe abordar tanto las causas subyacentes al problema como sus interacciones con otros  procesos históricos y sociales que intensifican sus efectos al agravar vulnerabilidades previas (Whyte, 2017; Bauer & Ellis, 2018). En otras palabras, los casos de estudio presentados aquí refuerzan la idea de que los impactos del cambio climático no pueden separarse del contexto ecológico, social, político, histórico y cultural en el que ocurren (Whyte, 2021).


 

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