jueves, 17 de febrero de 2011

El Concepto De Nación - Por Guillermo Sepúlveda

Si antes las Ciencias Sociales habían caido en el menosprecio de ser consideradas “Ciencias Blandas” en contrapartida a la “exactitud” de las mal llamadas “Ciencias Duras” (Matemáticas, Biología, Física, Química, etc), ahora, frente a este cambio de Paradigma la cuestión de quién “es mejor o peor” se reduce a “quién hace mejor la síntesis global”. ¿Síntesis? Últimamente los estudios sociológicos han ido poco a poco imbricándose con los nuevos conocimientos que, en disciplinas como la Ecología, la Biología y la Física Cuántica han descubierto. Este es un llamado desde los nuevos tiempos a re-pensar la Vida, las relaciones que llevamos con nosotros y los diferentes, para desde ahora: empezar a cambiar nuestras sociedades, a vivir mejor con nuestros entornos. Aproximaciones eco-filosóficas para una nueva comprensión de la Nación en un contexto de necesaria Inter-culturalidad : De la centralidad del sujeto a la centralidad de las relaciones. Guillermo Sepúlveda Castro La cuestión por la Nación ha sido una problemática central y constante en el análisis sociológico y antropológico, dicho concepto ha girado en torno a múltiples discusiones teóricas –las cuales- se han originado desde perspectivas aparentemente tan dispares como lo son la biología, la historia o la ciencia política. Desde disciplinas como la filosofía social, han existido variados intentos de interpretación, una de ellas y, con una historia bastante larga, ha sido la conceptualización de la Nación como raza. El concepto raza estuvo influenciado en el siglo XVIII por Linnaeus y otros naturalistas, quienes intentaron acomodar y clasificar a la humanidad en su totalidad en razas, estructurada y diferenciadas por su fenotipo y genotipo particulares. A mediados del siglo XIX, el Conde de Gobineau, siguiendo el modelo determinista del medio ambiente, de Hipólito Taine, señalo la existencia de tres razas históricas: blanca, amarilla y negra. Gobineau elaborando una teoría de las razas fuertes y débiles, en la cual la decadencia de una raza se da por la contaminación con razas inferiores. Frente al mestizaje y al futuro de la raza blanca adopta una postura pesimista. En los mismos años que el concepto de raza ingresa al ideario positivista, circula la teoría de la evolución biológica de Darwin trastornada fundamentalmente por Herbert Spencer que destaca el rol de la competencia, de la selección del más apto y de la lucha por la supervivencia (Subercaseaux, 2001: 4) Autores franceses como Gustave Le Bon, establecerán una diferenciación interna del concepto de raza: “razas históricas”, “razas naturales o primitivas” y “razas artificiales o mestizas”. Para el pensador francés las razas históricas, retomando los planteamientos de Gobineau, serían aquellas caracterizadas fundamentalmente por haber coexistido durante largo tiempo en un entorno común, con valores, creencias y patrones culturales comunes, a diferencia rotunda de lo que denomino “razas naturales”, las cuales estarían eternamente en estado puro, sin variaciones (genéticamente hablando). No obstante a ello su existencia es imposible, según Le Bon. La vieja utopía de encontrar razas puras para Gustav Le Bon es pura teoría o especulación idealista. Ante lo cual, la única posibilidad del investigador, es basarse en razas históricas y en razas artificiales para los efectos de sus análisis. Paralelo a este tipo de razas se encontrarían las razas artificiales o mestizas, productos de una síntesis racial, y no de una coexistencia milenaria o conservada pura en su historia evolutiva. Dejando de lado las jerarquizaciones raciales, Gustave Le Bon dirá que lo fundamental de los pueblos, más que poseer en su estructura biológica superior o inferior, lo esencial es su unidad identitaria y su “necesario” alejamiento geográficocultural, de esta manera explicita que: “Por el hecho de la diversidad de su constitución mental”—los “pueblos diferentes entre sí no podrían subsistir mucho tiempo bajo un régimen común” (Le Bon, 1895). Frente a esta problemática en torno a la raza, en Iberoamérica surge una verdadera lucha por la “raza estructural”. Cuestión no menor en el debate sobre la identidad latinoamericana en esos tiempos (siglos XIX y casi la primera mitad del siglo XX). Lo cierto es que a pesar de resultar retrógrado y primitivo, hijo de un causalismo casi determinista, fue un Imperio Epistemológico potente dentro de las ciencias sociales, y en especial de la sociología. Dentro de este “gran espectro” surgen las visiones pro, contra e indigenistas-las cuales poseían en su sello un materialismo biológico inherente a la propia epistemología del sujeto identitario, sin embargo y salvo algunos matices, estos eran vistos como problemas socio-culturales, espirituales o de “condicionantes” societales. Ejemplo de esta predominancia materialista biológica es la concepción biológica de Nicolás Palacios, autor que caracteriza toda una concepción identitaria de Chile por un sujeto estructural determinado: el roto (Palacios, 1984), la determinación a la miseria de Mariategui, en donde existían razas estructuralmente condicionadas a una lucha de razas (Mariategui, 1988) y los postulados supremacistas euro-céntricos Sarmiento y la supuesta predominancia estructural y genética del hombre blanco por sobre cualquier raza (Sarmiento, 1845). Por otra parte co-existeron visiones “culturalistas”, sociales, que analizan la realidad desde factores igualmente estructurales, pero más de corte espiritual tales como: José Vasconcelos quién planteará a el Espíritu Cristiano como solución a la hibridez biológica de razas disímiles (Vasconcelos, 1948) o un Jaime Eyzaguirre, quién postulará la importancia de la hispanidad en la identidad chilena nacional (Eyzaguirre, 1992) y un Manuel Arguedas quién exclamará a los cuatro vientos una defensa de los valores espirituales inherentes al mestizo, comprendido como representante aún de la identidad nacional incaica-peruana (Argedas, 1989). Sin embargo, ¿Qué es la Nación y que tiene que ver esta con la comprensión intracultural de la misma?