lunes, 23 de noviembre de 2009

CUENTO: Bizcocho Bañado Relleno Con Manjar

Había que juntar las moneditas de 5 y de 10, reservarse a veces el chocolatito o las pastillas del vuelto para poder acumular más pesos -en esos tiempos cuando te agachabas por recoger $5-. Pasaban días, una semana o dos tal vez, porque no podía comprar uno, debía recolectar para dos y así llevarle a mi hermana también.

Costaban $100, pero su precio significaba los vueltos del pan o las moneditas que “sobraban” del pasaje, a pesar, que nada sobraba. Cuando una iba al negocio a “comprarse un rico”, como si las frutas o la comida de mamá no fueran ricas, y el almacén de la esquina quedaba muy, muy lejos. el mundo era tan gigante y mis pasos avanzaban tan poco.

Se conseguían a escondidas, creyendo que la mamá no sabía, cuando se iba por el pan reservado a la Señora Rosa y me ponía de puntillas para dejar muchas moneditas calientes sobre el mesón. –i kero doh cokman-. Los que se guardaban en los bolsillos y no dentro de la bolsa de género, para salir corriendo hasta la pieza y llegar donde mi hermana, cerrar la puerta: –te kompré un riko-.

Entonces, se abría el paquete con cuidado, se dejaba extendido el papel y empezábamos por los bordes, donde el chocolate estaba más duro. Luego el chocolate en las capas de arriba y de abajo, había que despegarlo prolijamente, si no, se desarmaba. Cuando el pastel se veía blanco con una raya café horizontal, se tomaban con mucha delicadeza, separando los bizcochos del manjar, los que ya estaban medios molidos y picados. Después, lentamente, se dejaba derretir el manjar, una masa blanda que se podía estirar, en la lengua. Finalizando con pasarle el dedo al envoltorio o los dientes, cuando se derretía, y así aprovecharlo todo.

No sé si es porque he probado más sabores o porque los químicos eran menos antes, y de mejor calidad, o porque me esforzaba por conseguir un chocman, que sabían más sabrosos que ahora. Pero es que ayer me compré uno y se le cayeron fácilmente los bordes y recordé que los chocman, para nosotras, nunca se probaron enteros, siempre por partes, entonces, al comerlos –un procedimiento que duraba alrededor de 15 minutos, cuando los minutos eran más largos- había que abrir el paquete con cuidado, dejar extendido el papel y empezar por los bordes, donde el chocolate estaba más duro…

Por Yenny Burgos
Palabras A Lo Largo De Tu Pelo