A las 12:00 horas del día jueves 10, en la Sala de Cine del Centro Cultural Palacio La Moneda, se inició la ceremonia oficial de Reconocimiento a los Tesoros Humanos Vivos 2009, actividad encabezada por la Presidenta del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Paulina Urrutia Fernández, acompañada por el Ministro Secretario General de la Presidencia, José Antonio Viera Gallo y la Directora del Centro Cultural Palacio La Moneda, Alejandra Serrano Madrid.
Los reconocidos en esta versión fueron la cantora campesina Maria Angelina Parra, de Concepción; Cristina Calderón, considerada la última yagán, residente en Villa Ukika, Isla Navarino; la Comunidad Kawésqar de Puerto Edén, con una decena de integrantes, en los canales occidentales de Patagonia, y el Baile Pescador Chino n°10 de Coquimbo de la agrupación tradicional de la festividad religiosa de Andacollo.
María Angélica Parra (76) es una genuina representante de la tradición rural de nuestra zona, cultivada por generaciones al interior de la familia, durante más de 62 años. Originaria de Ñiquén, Provincia de Ñuble y asentada en la comuna de Penco, Concepción, ha ejercido el oficio de cantora campesina, animando fiestas, enseñando y transmitiendo su saber. Un arte aprendido de su madre, Alvarita Parra, se remonta a sus abuelas paterna y materna (Lastenia y Margarita) y su tía Rosa.
A partir de los 13 años junto a su madre cantó en trillas, vendimias, casamientos, santos, bautizos, fiestas familiares, velorios de angelito y otras celebraciones, recorriendo distintas comunas de la provincia de Ñuble como Quirihue, Cobquecura, Portezuelo, entre otras. Es reconocida por su amplio repertorio poético, acompañado en guitarra y su admirable compromiso con el canto, así como su disposición a transmitirlo y a contribuir a su registro y difusión.
Los postulantes fueron seleccionados como Tesoros Humanos Vivos entre más de 75 personajes y colectivos, presentados desde todas las regiones del país. La elección estuvo a cargo de un Comité de Expertos, miembros de instituciones culturales, investigadores, gestores y académicos de distintas áreas patrimoniales, especialmente convocados por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. La distinción conlleva una transferencia de dinero que es otorgada por una única vez, consistente en $3.000.000 (tres millones de pesos), en el caso de individuos, y $7.000.000 (siete millones de pesos), en el caso de colectivos o comunidades, como contribución al fomento y proyección de dichas expresiones.
El objetivo de este reconocimiento es que la comunidad nacional valore la riqueza y diversidad de la identidad, visibilizando y reconociendo públicamente a personas y/o comunidades locales específicas, portadoras relevantes de aquellas manifestaciones no tangibles de nuestro patrimonio cultural, así como fomentar las acciones de rescate y preservación de expresiones en riesgo de desaparecer.
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