jueves, 11 de marzo de 2010

Lo Que El Terremoto Nos Dejo

Desearía creer que aquella surrealista madrugada del 27 de febrero del 2010 fue sólo una pesadilla, o la broma de algún demonio farandulero, ávido de dolor y humillación.

3:34 Hrs Terremoto en zona centro-sur de Chile, 8,8 grados en la escala de Ritcher, con epicentro en la región del Bío Bío, a unos 90 kilómetros al noroeste de Concepción.

¿Terremoto? ¿Dijiste terremoto? Fueron dos minutos 45 segundos. Recé dos padrenuestros y un Ave María. Fue como andar en tren en tercera clase y sin pasamanos, intentando inútilmente cambiar de vagón. Imposible estar en pie, me agarré a una manilla; era la puerta del baño, no sé. ..Hasta aquí no más llegamos, vieja… y el ruido aquel; un bramido ronco, espantoso. Estar en Talcahuano no se lo doy a nadie: como no evacuaron, obligado a subirme al tercer piso, la marea arrastraba los containers, tapé mis oídos para no escuchar la muerte, no lo cuento dos veces, unos cuantos murieron. Lo único que quería era salvar a los niños. Por último morimos juntos, pensé. En Santiago, en el veinteavo piso, es de ciencia ficción, debes tirarte al suelo o irás de un lado a otro, mirando a través de los ventanas, las luces que se apagan de forma intermitente, y ese ruido infernal. Fue como estar en el Tagadá de Fantasilandia pero en otra dimensión, ¿entiendes? ….Estamos vivos gracias a Dios…

Sábado por la mañana en Concepción: un sol ceniciento acaricia a los rostros consternados.

Ya nadie lo duda, ni siquiera aquellos que en el desastre perdieron a su familia, con la certidumbre infinita de una condición humana que suele dejarte mirando al sureste de la devastación, cuando menos lo esperas.

En Concepción hubo un segundo terremoto: el terremoto moral. Gran cantidad de saqueos. Nada quedó en supermercados, almacenes de barrio, farmacias, gasolineras, expendedoras de gas, tiendas, mueblerías etc. ¿Increíble, supiste? Lo robaron todo. Todo. Ahora seremos el comidillo del mundo. Concepción saqueado el mismo día del terremoto. ¿Y las autoridades? ¿Dónde están las autoridades? ¿Hablaste con tu familia? No hay señal. Mi celular no responde. Quizá piensen que estoy muerto. ¿Y el agua? ¿De dónde traeremos agua? Escucha la radio Bío- Bío… ¿Falló la armada? …¿O la ONEMI?...No hay alerta de tsunami, repito, permanezcan en sus casas, se ha descartado tsunami, sólo habrá marejadas… ¡Sálvese quien pueda! Dichosos los afortunados que están a treinta metros sobre el nivel del mar…La autoridad tiene todo controlado, todo controlado…Recen los que tienen fe.

¿Y luego de aquello? ¿Supiste? ¿Qué cosa? La turba humana, saqueadores: roban, prenden fuego…a veces mueren en el intento… Ahora se dirigen a casas particulares. Hay que organizarse: encender fogatas, improvisar un arma, salvar el pellejo, gritar ¡Viva Chile! o esperar se haga efectivo el estado de sitio, decretado por la presidenta 36 horas después de la catástrofe.

¿Y la noche del domingo? ¿Quién consiguió dormir la noche del domingo?

Alguien me debe una noche de sueño cortado por las réplicas. ¿Y el daño moral? ¿Quién paga el daño moral? La fama del chileno ladrón, fama que no identifica a quienes luchamos durante años por este país, soportando estoicamente los malos momentos, superando la dictadura militar sin sacar provecho político alguno, engrandeciendo a Chile en el anonimato de una clase media cada vez más sobreexigida, a veces por mediocres y profesionales de poca ética que abaratan costos de construcción a costa de la vida humana, como aquellas personas desaparecidas bajo los escombros de aquel edificio símbolo: Alto Río.

Es difícil para un padre o una madre que sufrió la pérdida de un hijo encontrar una razón para el dolor. Sin embargo como país debemos buscar un sentido y un propósito: este tiene que ser la reconstrucción de un desarrollo, pero un desarrollo verdadero, tanto humano como material, un desarrollo que incluya el rigor y la entrega, tanto en el trabajo como en la vida diaria. Quizá después de todo, después de tanta angustia y dolor, sea esta la lección que nos dejó el terremoto.

Por Roxana Heise
http://www.roxanaheise.blogspot.com/