lunes, 19 de abril de 2010

El Laicismo No Muere, Pero Agoniza

El triunfo de Sebastián Piñera y la derecha política y económica de este país no debe verse sólo como una victoria político-electoral, circunscrita a números y porcentajes, sino que al mismo tiempo es un triunfo “ideológico” de una determinada forma de ver y proyectar la sociedad y el ser humano. Ya lo decía, el destacado intelectual Antonio Gramsci, que el dominio no es sólo por la violencia o la fuerza sino que el grupo dominante hace aceptar voluntariamente a otros grupos todo un sistema de valores y creencias que apoyan el orden establecido. En ese sentido el éxito de la derecha en Chile y su propuesta hegemónica, es al mismo tiempo, un fuerte golpe (otro más) a los postulados laicistas de nuestro país.

Al respecto tres aspectos puntuales grafican lo señalado anteriormente. La educación, variable fundamental en el desarrollo de toda sociedad ha sido entregada a la UDI, específicamente a Joaquín Lavín, personaje estrechamente ligado al Opus Dei, lo cual conlleva una particular y especial concepción de la vida, el hombre y la sociedad. Es decir, abrazar la cruzada y el mensaje de Escrivá de Balaguer, significa situarse dentro de los sectores más tradicionales y conservadores del catolicismo y al mismo tiempo defender a ultranza “La Verdad”; deslegitimando todo atisbo de “relativismo” o cuestionamiento a los centros divinos de poder. En segundo lugar, la mayoría de los Ministros de Estado, provienen de la Universidad Católica y otros tantos ejercen profesionalmente en Universidades a fines al mundo privado, con lo cual los centros académicos laicos y estatales como la Universidad de Chile, la Universidad de Concepción y la Universidad de Santiago han quedado relegadas a un segundo y tercer plano en cuanto al aporte de sus académicos al nuevo gobierno. En tercer lugar, los medios de comunicación, en su gran mayoría están circunscritos a la derecha económica y conservadora de este país, a lo cual ahora se agrega diario La Nación y TVN. En una sociedad como la nuestra donde los medios de comunicación se han ido concentrando (monopolizando) cada vez más, estos casos vienen a agudizar las imperfecciones que tiene esta democracia electoral. A lo anterior se suman otra variable no menores, la farandulización (banalización) y “evangelización” de los medios. Lo trivial y mediático; aquello que vende y trae dividendos económicos destaca por sobre lo que haga pensar, reflexionar o cuestionar. En el caso de la “evangelización de los medios”, el mundo de la religión evangélica ha conquistado progresivamente espacios radiales o bien adquiriendo radios y canales de televisión para llegar a una mayor audiencia, desplegar su proselitismo y transmitir su mensaje de salvación.

De esta forma, la educación, los medios de comunicación, la religión y obviamente el marco institucional van perfilando su hegemonía no sólo política y económica, sino que cultural, intelectual y moral conforme a ella y al grupo dominante.
Entrado el siglo XXI y con este panorama, las ideas laicistas a lo más se mantienen circunscritas al "voluntarismo" y "empeño" de uno que otro sujeto, grupo o movimiento que intenta mantenerlas con oxígeno y respirador artificial para darle algo vida; sin embargo, como estructura, sistematizadas, como cuerpo de ideas fuerza, no se perciben en la tarea de impulsar fuertemente temas de discusión y debate en el ámbito nacional.

La lucha para no dejar morir el laicismo y la "batalla de ideas" es y será en esta coyuntura un trabajo arduo y de largo plazo, ya que además hay que lidiar con la apatía, el desinterés y el analfabetismo cívico de la población. Lo anterior, obviamente muy funcional al modelo de sociedad que nos venden día tras día. Es por ello que el debate debe darse en todos los ámbitos: universidades, medios de comunicación, partidos políticos, movimientos sociales, ONG, ciudadanía etc.,
El laicismo que histórica y valóricamente ha sido muy importante desde su aparición, no puede dejarse morir; sin embargo, creemos que agoniza o tal vez "pulula" y eso puede ser un punto de inflexión, bien para retomarlo y darle un impulso revitalizador ante la adversidad o definitivamente dejarlo que "vejete" eternamente.

Finalmente, volvemos a reiterar aquella idea que hemos planteado por escrito y en conversaciones, creemos que los laicistas tienen la responsabilidad y el compromiso de apostar por instalar temas en el tapete de la discusión tanto desde la academia como a nivel ciudadano. Por ejemplo, que tipo de democracia queremos construir, participación y derechos ciudadanos, gobernanza local, formación ciudadana, vínculos entre política-religión-negocios, concentración y pluralismo en los medios de comunicación, etc. Sólo de esta forma, promoviendo el debate, la contraposición de ideas y el análisis crítico, el laicismo y los laicistas se transformarán en referentes activo en el plano social, cultural y político.

Prof. Danny Gonzalo Monsálvez Araneda
Académico de Historia de Chile Contemporánea,
Depto. de Historia Universidad de Concepción.