Según
contó un anciano de la comunidad de Cauñicu, en tiempos pasados un
anciano matrimonio con su joven hija sin hallar que comer decidieron ir a
la pinaleria, era el tiempo de la salida del invierno cuando todo
escaseaba.
Cuando llegaron al lugar
vieron que eran muy escasos los piñones. Tuvieron que recorrer mucho
para encontrar unos poquitos. Al día siguiente volvieron a salir para
otro lado donde hubiese más. Esta vez dejaron a su joven hija en el
rancho para que estuviese haciendo el fuego y la comida.
Los
dos ancianos regresaron ya entrado el sol. Cuando llegaron al rancho se
dieron cuenta que su hija no estaba. Pensaron que había salido a buscar
leña o agua. La esperaron un rato por si llegaba. Como no llego, muy
preocupados salieron a buscarla llamándola por su nombre. Por su huella
la siguieron hasta donde una araucaria grande, donde se le perdió su
rastro. Muy luego oscureció y tuvieron que regresar al rancho con mucha
pena porque no la habían encontrado.
El
anciano esa noche tuvo una visión, donde un joven muy rubio lo había
ido a visitar y le decía que no se preocupara de su hija que él la había
llevado al volcán Callaqui, su casa, y que se había casado con ella. El
anciano muy preocupado le dijo que quería ir donde estaba su hija para
verla como estaba.
El joven acepto
llevarlo. El anciano fue llevado por un trueno hacia el volcán Callaqui.
Antes de entrar en aquel lugar fue muy bien bañado con agua de azufre,
porque el dueño del lugar era muy mañoso y no quería que hubiese olor a
personas. Al entrar el anciano quedo muy asombrado porque ese lugar era
un palacio muy lujoso y vio a su hija que se había convertido en la
princesa de aquel lugar.
El anciano
le pregunto a su hija acaso iba a volver para su rancho. La hija le
respondió que no, porque ella estaba comprometida con el joven rubio
para casarse con él. Resignado el anciano tuvo que aceptar. El joven le
dijo que a cambio le daría muchos piñones para que comiera junto a su
esposa. El anciano fue devuelto de la misma manera que fue llevado y
cuando llegó no sabía si acaso había sido un sueño o la realidad y le
contó todo lo que había sucedido en aquella noche a su mujer.
Al día siguiente salieron a buscar el lugar que el joven le había indicado. Grande fue su sorpresa al ver que varias cuevas estaban llenas de piñones. Contentos los dos ancianos sacaron unos pocos y dejaron todo tal como estaba. Aquel lugar actualmente se llama dollünko.
Al día siguiente salieron a buscar el lugar que el joven le había indicado. Grande fue su sorpresa al ver que varias cuevas estaban llenas de piñones. Contentos los dos ancianos sacaron unos pocos y dejaron todo tal como estaba. Aquel lugar actualmente se llama dollünko.
José Eleuterio Naupa
Cauñicu 2005
Cauñicu 2005
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