Siempre he creído, con mucha fe de por medio, que la poesía no es para ser guardada en los casilleros de aquellos momentos adecuados, nunca ha sido para ser recitada una y otra vez hasta el aburrimiento de las pasiones, no hay espacio en la memoria que pueda osar contenerla, ni puede comprarse siquiera por un cigarro o un par de cervezas, no puedes envilecerlas con el poder de los libros, ni con los gestos de honradez esporádicos con los que se enmarcan las estatuas de los centros comerciales. La poesía no es ese conjunto de palabras al que le pides permiso para construir sueños. La poesía no puede ser palabra combatiente a la espera del momento en el que tus ojos caigan entre suspiros de alegría.
La poesía es… el decimoquinto regalo más hermoso que puede entregarte tu cuerpo. La poesía es… mi silencio… cuando ahora hurto algo de tu tiempo. La poesía es… la batalla cuando abro las puertas y ventanas de mi historia donde no existe lo penoso y cuando nada es pecado. La poesía es mi pelusa personalizada en mi ojo izquierdo, es el café al otro lado de la mesa, el cigarrillo que se esfuma, el sudor del que me impregnas, los cabellos que respiro y el tiempo que me desconcentras, ese instante donde la magia es una pordiosera ante tus ojos y las sábanas no son más que un adorno entre nuestros cuerpos o el pañuelo más grande que puedas comprar. La poesía es el lugar perfecto para esconder la amargura del vino y atrapar la desesperanza de las lágrimas, un dolor escrito con angustia cuando tiemblan las palabras por temor a salir de mis labios. Es la mirada que refleja la soledad, la piedad al sentirse por primera vez bello, la desgracia de gritarlo a todas voces y la locura de no entenderlo. La poesía es el lugar perfecto para susurrar mis anhelos, desvestir el alma sin sorpresas y recoger mi espacio cuando la espera es eterna. La poesía es… cuando parpadeamos… un instante… un instante que comparto contigo… ahora! cuando sé que respiras conmigo.
La poesía es… el sueño más agotador, el alivio de aquellos momentos en que desespero por sentirme un ser humano. Una excusa para darle tarea a mis manos cuando no tengo tu rostro para recoger aquella última lágrima… El temporal que no cesa de ser otro pretexto para humedecer mi rostro… El espacio que cobija mi alma cuando yace mi piel a la espera de unas gotas de tranquilidad… La suave brisa, La mirada, La palabra, La compañía y La soledad.
Fernando
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