¿Cómo responde el sistema político a la
demanda social organizada, particularmente a las poblaciones Villa
Futuro y Aurora de Chile? Ante ustedes, la evidente contradicción entre
los anhelos de la clase trabajadora y los intereses de los
representantes políticos de la burguesía.
Tendremos
que desechar toda confianza en la institucionalidad política, no sólo
hacia el Gobierno, sino que también hacia el Parlamento. El Parlamento
se va desvistiendo de su credibilidad con la rapidez que una prostituta
va a la ejecución de su sabida y rutinaria labor. No hay amor en los
negocios como no hay democracia en el hemiciclo político. El pueblo está
tan lejos del Congreso Nacional como lo está el pudor de nuestras
castas empresariales.
A Chile le
gobiernan cinco familias, cinco grupos dueños de las finanzas, amos de
la explotación del mar, de la tierra y del subsuelo minero. ¿Alguien
tiene dudas al respecto? Ya no. Lo cruel, o lo único brutalmente
verdadero, es que millones de inocentes trabajadores y pobres de Chile
en las poblaciones, escuelas y campos, han esperado con resignación que
el dedo del Senado les salve de un mal edicto real. Pero ya no hay qué
esperar, porque, si bien no se acaba el mundo con la velocidad de un día
del calendario maya, sí se acaba la esperanza ingenua sobre las buenas
intenciones que podrían subsistir –bien disimuladas- en los salones
parlamentarios.
El 18 de diciembre de
2012 se llevó a cabo una sesión especial de la Comisión de Vivienda del
Senado para “escuchar” a dos de las problemáticas más conflictivas que
el poder político enfrenta en materia de vivienda y población en el Gran
Concepción: Aurora de Chile y Villa Futuro. Dos poblaciones agobiadas
por la violenta arremetida de un cartel político empresarial de lo más
execrable, el clan van Rysselberghe. Y las organizaciones vecinales que
concurrieron con poca esperanza a exponer su realidad a la comisión del
Senado ese 18 de diciembre, fueron tocadas por un nuevo halo de
esperanza al presenciar el espectáculo parlamentario de emotiva empatía
e, incluso, de verdadera sorpresa y molestia ante los dolores de miles
de familias despojadas de sus bienes.
Recordemos
que el terremoto fue la justificación para violentar el derecho a la
tierra de más de 5 mil familias obreras en el Bio Bio, al menos sumando
las familias residentes en Camilo Olavarría en Coronel, los cerros de
Centinela en Talcahuano, la población de Aurora de Chile y de Villa
Futuro en la ribera norte del río Bio Bio. Estas dos últimas han
conservado una posición constante de resistencia, plagada de obstáculos,
de amenazas y de fraudes, todas acometidas por el poder político en la
región, por los organismos técnicos gubernamentales, principalmente el
SERVIU, y también por municipios y parlamentarios. Miserables que, a
sabiendas o por cómoda omisión, han montado una política común de
engaños y terror social dirigida al desalojo de las poblaciones para una
nueva ocupación, la de las grandes empresas inmobiliarias que avalúan
los antiguos sectores periféricos como zonas de suculentas proyecciones
comerciales surgidas del desarrollo urbano actual.
Diezmadas
continuamente, las organizaciones de pobladores han resistido sin apoyo
real de los partidos establecidos ni de los “representantes populares”.
Los pobladores defienden su derecho a la tierra y a todo el acervo
social y cultural construido en torno a sus comunidades por décadas y, a
veces, por un siglo. Pero la sociedad que adora la sagrada propiedad
privada, atenta sistemáticamente contra el derecho a la propiedad de
millones. Es justa su causa, pero ni siquiera los llamados políticos de
la “oposición” tienen una palabra decidida en su favor.
Por
eso, poco se podía esperar de la labor supuestamente justiciera de la
Comisión de Vivienda del Senado. De hecho, antes de asistir a
Valparaíso, la junta vecinal de Villa Futuro hizo afirmaciones bien
documentadas contra el gobierno, acusándolo de fraude, al obligar a
miles de pobladores a abandonar sus propiedades con acciones ejecutadas
por medio de graves faltas e irregularidades político administrativas.
Bastó esto para que se incomodaran los señores del Senado, cuyo
presidente de comisión cerró la puerta del diálogo mediador. Pero la
reunión ya era un hecho y, una y otra vez, los pobladores obligaron a la
Comisión para ser recibidos. Sin embargo, ya no eran un elemento grato.
Los salvajes de una comuna perdida ya no conmovían como antes, ahora
repelían.
El impulsor de esta
mediación, presidente de la comisión y senador por la región del Bio
Bio, el demócrata cristiano Hosain Sabag, prometió grandes anuncios y
“buenas noticias”. Plañeron las voces de confianza y concordaron una
última sesión con los afectados. El gesto duró menos de un día. La
“buena intención” experimentaría una voltereta de carnero, mientras
SERVIU chillaba públicamente que los pobladores mentían y que estaban
siendo “politizados” con oscuros propósitos por la red de apoyo social
Red Construyamos. Los periódicos, en general, presentaron los hechos
como un gran acuerdo entre parlamentarios y pobladores, obviando la
existencia de denuncias de fondo. A la par, el SERVIU en Concepción
“bajaba” a la población para reunirse con los líderes adherentes de van
Rysselberghe, una pléyade de pequeñas sanguijuelas más amigas de
traficantes y cogoteros que de sus organizaciones comunitarias. De
hecho, en Villa Futuro el gobierno aloja al lumpen en los edificios
“inhabitables” para correr a los propietarios resistentes. ¿Qué más
podemos decir que no sepa la opinión pública de esos delincuentencillos
que han operado en las poblaciones como agentes políticos y como mafias
alimentadas con las migajas de los carteles político-empresariales?
Pobres entre los pobres, fáciles presas de negociados miserables con la
clase en el poder. Con amplia cobertura mediática, de vez en vez, el
desigual grupo de amigos anuncia grandes proyectos habitacionales que
vendrían a dar solución –ahora sí- a los padecimientos de miles de
familias. La trampa parlamentaria estaba tendida hacía rato y la única
explicación de sus propósitos ha sido bloquear la indignación social y
distraer la información hacia el campo de la concordia, creando la
consabida apariencia de constantes avances en los procesos de
reconstrucción pos terremoto.
En la
segunda sesión del 8 de enero –la de los grandes anuncios-, la lucecilla
de esperanza se convirtió en sombría fatalidad. Los esfuerzos y
esperanzas de los pobladores se agotaron como el suspiro de un moribundo
al comprobar que la voz definitiva del gobierno ante la Comisión no era
otra que la del rabioso despojador, el cuestionado jefe del SERVIU,
Sergio Jara, quien portaba como una burla las mismas explicaciones y
propuestas con que han sido sostenidos los fraudes. Con el mismo aire
despótico que le ha caracterizado durante su administración, en un gesto
de máxima bondad, ofreció ¡una vez más! una simple y vulgar reunión en
Concepción, donde podría escuchar –fuera de esta incómoda plataforma
parlamentaria- a sus víctimas. Los senadores no quisieron ser menos y,
aunque fueron completamente distantes de cualquier decisión y juicio,
ofrecieron al instante llegar hasta la misma población, para ver con sus
inmaculados ojos la realidad. Todos solícitos a reunirse en la misma
semana… en un día más. Casi con igual premura, la reunión con el
gobierno fue suspendida por el mismo Jara y la visita de los honorables
–ah, los “honorables”- fue suspendida un día antes de llevarse a cabo y,
hasta el día de hoy, ninguna se ha efectuado. Todos los actores, desde
el acusado hasta el juez, bailando al mismo compás en la fiesta de
agotar las resistencias de los estafados. Los pobladores de Villa Futuro
y Aurora de Chile regresan a sus hogares con lo mismo que llevaban
puesto antes de este paseo por la brillante cueva de Alí Baba.
Así
están las cosas, mas la causa está viva. Una causa que no tiene ninguna
relación con el problema de la pobre gente damnificada que necesita del
Estado protector, de un Estado siempre carente de recursos y tan
prudente para ir en protección de los barrios, pero tan presto y
abundante en la entrega al mínimo costo de la soberanía y de la dignidad
nacional a un puñado de pájaros de cuentas. Las migajas cuestan menos
que hacer justicia, y defender la propiedad de las poblaciones pobres y
trabajadoras es contradictorio cuando gobierna la corrupción de los
negociados privados, aunque esto signifique expulsar familias con
engaños o lisas y llanas ilegalidades, sólo para potenciar los negocios
de sus parientes empresarios.
Pero
sabemos que Aurora de Chile es más que sus circunstanciales
vacilaciones, puesto que, por sobre ello, hay cien años de construcción a
fuerza de pala y anhelo de progreso. Sabemos que Villa Futuro, aunque
reducida a un puñado de familias, se levanta digna y se multiplica en su
lucha justa. Tienen conciencia de que la suerte de sus bienes y el
futuro de sus hijos están en manos de su porfía. Excelentísimos
traidores, excelentísimos traficantes de cuello y corbata, sepan ustedes
que Villa Futuro y Aurora de Chile son fortificaciones y que, aunque
asediadas mil días, son irreductibles.
Eduardo Ampuero Cárdenas
Concepción, 27 de enero de 2013
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