El industrial serenense Jorge Rojas i Miranda, nació
el 23 de Abril de 1824, en la cuna de una familia parte de la
aristocracia regional. Desde su temprana niñez tuvo una gran afición
hacia las ciencias naturales; siguiendo en su juventud estudios en la
Escuela de Minas de La Serena, donde fue discípulo del sabio naturalista
polaco Ignacio Domeyko. Durante sus estudios, el obispo de la diócesis
don José Agustín de la Sierra, le obsequia un libro que trataba sobre la
formación de los terrenos carboníferos de Inglaterra. Quizás aquel
libro es el que lo introduce al conocimiento de la minería energética,
que poco tiempo después, ya alejado del norte mineral, lo convierte en
el emprendedor de la explotación industrial de negro oro austral.
Luego
de sus primeras experiencias industriales en la fundición de metales,
es trasladado al Establecimiento de Lirquen, donde se propuso mejorar
las técnicas de fundición de cobre y la reutilización de las escorias,
viendo la necesidad de un mejor combustible que el extraído de los
bosques circundantes y que el de las primitivas faenas carboneras de
Cerro Verde, Penco-Cosmito y El Morro de Talcahuano. En esta búsqueda,
el leñador Juan Esteban Valenzuela le ofrece un manto carbonífero que él
conocía. Es así, como Rojas cruza el Biobio internándose por un camino
primitivo, tupido de boldos, litres y quillayes, conocido como Cancha
Labrada, llegando a la falda de una colina en la despoblada caleta del
“Coronel”, donde el mar se estrellaba con los mantos de carbón.
Luego
de contratos respectivos con los herederos de aquellas tierras,
estableció en corto tiempo más de quince faenas industriales de
extracción en “Puchoco”, “Obligado”, “Roble-Corcovado”, “Merquin”,
“Manco” y “Playa Blanca”, ocupando ya en 1875 a más de 2000
trabajadores.
Desde un fastuoso Castillo de
Cristal, residencia de la Familia Rojas-Pradel; la cual nos atrevemos a
ubicar en los terrenos de la actual Termoeléctrica Bocamina; vigilaba el
Establecimiento de Puchoco, que aparte de sus maquinarias, conto con
una maestranza, varias locomotoras para el acarreo de carbón, un muelle
para el embarque con su respectivo remolcador y lanchas y una fundición
de metales, de la cual todavía quedan vestigios en Calle San Luis, en lo
que hoy se conoce como Lo Rojas.
Además de su
papel en la fundación y formación de lo que hoy conocemos como Coronel,
influyo en el progreso industrial y agrícola de la región, impulsando
las bases de instituciones como el Club Concepción y el Banco de
Concepción; fue además, un reconocido filántropo que amparo
instituciones sociales, de beneficencia e instrucción popular, apoyando
corporaciones de caridad de Chillan, Linares, Cauquenes y Santiago y un
tenaz protector de la prensa progresista. Participó fervientemente en
política, así como activamente del alzamiento regionalista, desde
Concepción contra el gobierno centralista de Manuel Montt en 1851,
siendo reducido a prisionero y conducido a Santiago, aprovechando
algunos, esta ausencia para usurpar sus derechos mineros, restituidos
luego de costosos juicios, que sentaron jurisprudencia en la legislación
minera. En 1859, contribuyo al pronunciamiento liberal; fue Diputado en
representación del Departamento de Lautaro (Coronel, Lota, Santa
Juana), y Senador por Maule. Fue partidario del bando leal al presidente
para la Revolución de 1891, el cual salió derrotado; iniciándose la
persecución a los adherentes de Balmaceda; Rojas debió refugiarse en el
claustro de Santo Domingo con su familia. El lunes 18 de julio, a las
diez y media de la mañana, en un frío invierno del año 1892, fallece a
los 68 años, en su Castillo de Cristal, el padre de la industria del carbón en Chile
Por
PEDRO NEIRA MILCHIO
MEDICO
CIRUJANO DE PROFESION – HISTORIADOR Y ARQUEOLOGO INDUSTRIAL DE
AFICION
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