En
el mes del año nuevo Mapuche (We Tripantu) y ad portas de recibir el
acontecimiento más grande de la historia de Chile y el más
importante para la humanidad, la COP25, nuestro país sigue dando
señales ambiguas en relación al fomento de las energías verdes,
limpias y gratuitas que el Eterno, Ngue Nechen nos entregó para
administrarlas con sabiduría.
Me refiero particularmente a esta
figura denominada “Compensación por el impuesto verde”, según
lo establece la reforma tributaria 2014, este impuesto equivale a $ 5
Dólares por tonelada emitida de CO2, el más bajo del mundo (muchos
países cobran $ 30 Dólares), de 84 centrales que pagaron $ 172,9
Dólares al 2018, el 13,6 %, o sea, $ 23 millones de Dólares serán
devueltas a las termoeléctricas según reforma tributaria 2014 y lo
que es más contradictorio es que de esas 84 centrales, casi el 60 %
son centrales de Energías Renovables que prácticamente no emiten
CO2, en definitiva, son 14 las centrales Termoeléctricas que se
distribuirán esta devolución.
¿Qué les parece?, un impuesto
disfrazado de “compensación”. Esta no es la forma de incentivar
la inversión en energías limpias, es todo lo contrario a lo que
hacen otros países que subsidian a las ERNC.
Chile
se ha convertido en la panecea de los combustibles fósiles y les
ganamos por goleada a todos los países del cono sur en las emisiones
de CO2 brutas per cápita. Si todos los países emitieran CO2 como lo
hace Chile, ya tendríamos al mundo sobre los 4° C (un infierno).
Adán
Carimán
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