Una pésima realidad que se mantiene ausente de las políticas urbanas, que se conserva carente de información estadística para no evidenciar la importancia sanitaria y la calidad deprimente de nuestra sociedad, que por desidia, mantiene sin enfrentar su solución.
Hace un tiempo atrás ayudé a redactar un texto para enfrentar, con políticas públicas, el problema sanitario que se desarrolla en todos los territorios en el país. En su momento me dediqué a investigar lo que había y recopilé los antecedentes necesarios para ser eficientes con las propuestas de políticas públicas. Hoy pensando en hacer una actualización he vuelto a revisar y me encuentro con la denigrante sorpresa de no encontrar nada nuevo... NADA! Todo sigue igual.
Ningún problema puede enfrentarse sin información actualizada, o por último que sea información vieja, pero que haya algo al menos de qué colgarse. Para el Estado, sin información "El Problema no Existe", y si el problema no existe el Estado no lo enfrenta, ni diseña políticas adecuadas. Y que conste, las quejas de los vecinos y el recurrente malestar social debido a los problemas que se general al tener una población canina sin control en las calles, no son fuentes de información viable... solo son canales de desahogo emocional de la comunidad.
Un Censo adecuado, por muy grandes que sean los territorios comunales que dispongamos, es lo primero que se debe sanar ante una realidad evidente a simple vista, realidad que se acompaña de la recurrentes opiniones de los vecinos que se hacen llegar a cualquier medio de información local o nacional donde, por alguna eventualidad del destino, se trata como información. Eventualidad que suele ser alguna situación grave que merece la atención de los medios. Pero dichos eventos suelen ser tan esporádicos, que entre intervalos, suele olvidarse la importancia que tiene el tema en la sociedad.
Ningún problema puede enfrentarse sin información actualizada, o por último que sea información vieja, pero que haya algo al menos de qué colgarse. Para el Estado, sin información "El Problema no Existe", y si el problema no existe el Estado no lo enfrenta, ni diseña políticas adecuadas. Y que conste, las quejas de los vecinos y el recurrente malestar social debido a los problemas que se general al tener una población canina sin control en las calles, no son fuentes de información viable... solo son canales de desahogo emocional de la comunidad.
Un Censo adecuado, por muy grandes que sean los territorios comunales que dispongamos, es lo primero que se debe sanar ante una realidad evidente a simple vista, realidad que se acompaña de la recurrentes opiniones de los vecinos que se hacen llegar a cualquier medio de información local o nacional donde, por alguna eventualidad del destino, se trata como información. Eventualidad que suele ser alguna situación grave que merece la atención de los medios. Pero dichos eventos suelen ser tan esporádicos, que entre intervalos, suele olvidarse la importancia que tiene el tema en la sociedad.
Hace 3 años ayudé a redactar varias ideas y recojo íntegramente, sin modificación alguna,
La Realidad
En junio de 2014 la Presidenta Bachelet dio a conocer el Programa Nacional de Tenencia Responsable que se iba a aplicar en algunas comunas del país. Sin embargo la realidad es que nuestra comuna carece de la participación en dicho programa ya que sus beneficios no han llegado a Coronel. Es más, el municipio sustenta el problema sanitario de los perros abandonados en una Clínica Veterinaria Móvil comprada por Colbún que, a razón de las quejas planteadas por los mismos vecinos, no responde a las necesidades de la comunidad y, por lo tanto, no da a vasto para ser considerada una solución al problema sanitario que Coronel presenta.
Según el Colegio Médico Veterinario, en el país hay un perro por cada cinco personas, es decir, 3.2 millones de animales sin un dueño responsable. Si lo proyectamos a nuestra comuna, tranquilamente podemos llegar a los 24.000 perros abandonados. Cifra estimativa ya que como no existe una política comunal que enfoque el tratamiento de esta situación, no tenemos un catastro comunal que nos indique cual es la realidad de la población canina, podemos pasar desde 7.000 perros abandonados como ocurre en La Serena, o podemos acercarnos a lo que se vivió en Valparaíso hace unos años con 109.182 perros, cifra escandalosa que motivó un fuerte tratamiento de esta situación, pero se trató con seriedad, tomándole el valor de lo que significa tener una población descontrolada de perros tanto en enfermedades y plagas parasitarias propias de los animales, como riesgos de ataques a sus propios vecinos.
Este problema, como todo problema sanitario, genera un costo para la sociedad. Ya en el 2010 el Ministerio de Salud indicó que entre enfermedades y ataques de perros causaban un impacto en el sistema de salud que alcanza al millón de dólares en todo el país.
La legislación de tenencia responsable de animales establece el control y responsables directos del tema de perros abandonados al Ministerio de Salud, sin embargo la misma entidad ha sido irresponsable en la aplicación de medidas efectivas sobre el control de la situación de caninos abandonados en el país.
Los animales son agentes potenciales de transmisión de enfermedades y es responsabilidad del Ministerio de Salud hacer frente a este tema. Para cumplir con esto existe la Ley 20.380 Sobre Protección de Animales y el Reglamento N° 104 para el Control Reproductivo de Animales, un marco legal limitado, escasamente realista y podemos ver el reflejo de ello en nuestra propia comuna, ya que a pesar de existir responsabilidades y tareas que se deben cumplir, éstas no son capaces de controlar realmente la situación de los perros abandonados.
Nuestra situación se puede cambiar con Voluntad Política por parte de quienes detentan los cargos de autoridad, con voluntad para integrar a todas aquellas organizaciones sociales que desean dar solución a través acciones que controlen este problema sanitario. No hacer nada o creer que otros se harán cargo, es tan irresponsable como aquel que abandona cachorros indefensos a su miserable suerte.
Luis Fraczinet
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