Andrés Olave revisa la debatida lista de adquisiciones de
libros chilenos, celebra algunos, repara en otros y aborda la crítica
por un exceso de libros de autoayuda.
Todos los
años, nuestro amado/odiado y nunca bien ponderado Consejo Nacional del
Libro y la Lectura, entrega la Lista de Adquisiciones de libros de
autores chilenos. Esta vez, fueron beneficiados (¿sorteados?) 116
libros, lo que implica que el Gobierno comprara la no despreciable suma
de 300 ejemplares de cada libro, lo que es un buen beneficio para las
editoriales y claro, también para el autor.
Una primera mirada a
la Lista saca a colación el hecho que si bien el Consejo compra libros
de editoriales independientes más que de los grandes grupos editoriales,
solo tres de los volúmenes elegidos fueron editados fuera de Santiago,
un dato hasta cierto punto preocupante que sugiere que al igual que en
otros ámbitos, en materia editorial Santiago sigue siendo Chile.
Un
breve resumen muestra que se han seleccionado 11 libros para la
categoría Arte y Patrimonio, 17 libros variopintos que son agrupados a
la fuerza bajo la categoría de “Generalidades”, 14 para Ciencias, 20
para Ciencias Sociales y Humanidades, 37 para Textos Infantiles y
Juveniles, y solo 17 para Textos Literarios.
Si bien hay ciertos
títulos discutidos, como Neuroanatomía, un manual que no debe ser de
utilidad a nadie que no sea estudiante de medicina, en general no se
advierten grandes injusticias o fallos en la selección hasta el momento
que se le echa una mirada a la fatídica Lista de Espera. Porque si bien
es un acierto que en la selección esté presente el interesantísimo Ramal
de Cynthia Rimsky, no se explica, en cambio, la postergación que
sufrieron los libros de José Miguel Varas, Joaquín Edwards Bello, Oscar
Hahn, Sergio Missana, Armando Uribe, Agustín Squella o Francisco Díaz
Klassen. Si acaso era necesario que Héctor Veliz Meza apareciera en la
lista con dos libros distintos, y a cambio, se dejara abajo el notable
Colonos de Leo Sanhueza.
Por supuesto, el Consejo también obró con
cierta sabiduría al dejar fuera libros como El cuaderno de Maya o el
enésimo libro de Fernando Villegas, aunque al final no hay forma de
ponerse de acuerdo. Cada cual tiene su propia visión del tema, a veces
radical, como en el caso del escritor Matías Rivas, quien en protesta
por la Lista se bajó de la comitiva chilena que a estas alturas debe
estar preparando maletas para partir a la Feria del Libro de
Guadalajara. Puede que en esa decisión tenga algo que ver el hecho que
el propio Rivas vio desplazada a la lista de espera su libro de poemas
Un muerto equivocado, o puede ser que haya experimentado una sincera
indignación ante la supuesta miopía del Consejo.
Cabe preguntarse,
de todos modos, cuantos de los libros elegidos serán finalmente
requeridos por la comunidad lectora nacional. Hubo un par de criticas o
derechamente improperios a que haya libros de autoayuda entre los
seleccionados por el Consejo, pero si uno mira el ranking de los libros
de no ficción más pedidos en Biblioteca de Santiago, advierte que los
primeros lugares corresponden efectivamente a libros de autoayuda
(Deepak Chopra, Pilar Sordo, Sherry Argov, etc.). En este caso, debe
reconocerse que el pueblo ha hablado y el Consejo se limita a escuchar.
Más
complejo es pensar en la demanda artificial que crea el Consejo con su
Lista, que de otro modo, no tendría lugar. Se imprimen demasiados libros
hoy en día, solo el año pasado en Chile se publicaron, entre
impresiones y reimpresiones, 5.326 libros. Calculando un tiraje promedio
de 500 ejemplares para cada libro, nos da la friolera de dos millones
seiscientos mil libros y algo más. ¿Qué hacer con tantos libros? ¿Cómo
darles el espacio que en mayor o menos medida cada uno merece?
Ciertamente,
el Consejo hace un esfuerzo (más o menos, 450 millones de pesos de
esfuerzo), por ayudar a los autores nacionales aunque no sabemos si más
allá de lo económico el gesto tendrá un significado. ¿Encontrará cada
libro sus lectores, llegara al fin de la larga busca que significa no
solo publicar, sino mucho antes, arribar como autor a la concepción de
un libro? ¿Tendrán suerte esos libros en nuestras cada vez más
despobladas bibliotecas? O parafraseando a Blade Runner: ¿acaso todos
esos libros no acabaran por perderse como lágrimas en la lluvia?
COMENTARIOS PARA “EL CONSEJO DEL LIBRO Y LA ADQUISICIÓN DE LIBROS CHILENOS”
Marta Ivonia:
Enero 7
Soy
“escritora profesional”, definida por este Consejo, Editora de mis
propias obras y de otros autores por más de 20 años. Conozco por tanto a
los llamados “autores emergentes” y a los que compran los libros y, lo
más común, a los que no los leen, aunque los compran sí, pero para
mostrarlos en su biblioteca.
Reconozco a los pocos, poquísimos,
que van a leer a las bibliotecas y a los profesores que piden leer a sus
alumnos: NO LIBROS CHILENOS, sino de autores extranjeros, especialmente
best-seller.
Si a eso le agrego, que el Consejo, en general, no
está físicamente, donde se venden y compran libros, menos aún en el
espíritu de los que SÍ desean y quieren mostrar su propia creatividad,
mal pueden elegir los libros de estos “emergentes”, que SÍ muestran lo
que el Pueblo, el de verdad, el que ama a Chile, de verdad quiere
expresar en un libro. Éstos, totalmente ajemos a la Política
contingente, a “lo que se usa”, a “lo que más se comenta”, pero no se
compra. Son éstos, los que de verdad, pueden cambiar la “costumbre”, el
“mito” que existe en Cultura de seguir apoyando a “los autores de
siempre, los ya galardonados reiterativamente a lo largo de los años.
Mientras
nuestro pueblo sigue en la ignorancia, amén de que lo que está en el
mercado para leer, no es para los pobres (de todas clases), sino para
eruditos, usando metáforas exquisitas, que no comprende.
Sugiero
que que se cambien los conceptos. Sin tirar “saetas al voleo”, sugiero
que Cultura, se dé el trabajo de hacer un listado de todos aquellos
editados y registrados, cuyos originles son guardados cuidadosamente en
DIBAM, para saber LO QUE EL PUEBLO VERDADERAMENTE ESCRIBE.
Marta Ivonia:
Enero 7
II
Creo
que no sólo hay que apoyar “verdaderamente” a los Escritores emergentes
o no, sino hay que “fomentar la Lectura”, que es el logo de esta
sección. ¿Cómo se logra eso?, simplemente bajar el lenguaje desde una
escritura para élites a una “para el pueblo”, ese que quiere leer lo
sencillo, que le llegue con lenguaje de uso común, y que, además, le
cueste lo mismo que un vaso de vino (sin IVA).
MARTA IVONIA GARCÍA VALLEJOS
Ingeniero Comercial
EDITORA (microempresaria)
Y…AUTORA
martes, 15 de enero de 2013
Home »
Opinión
» Información Y Comentario De La Escritora Marta García Al Consejo Del Libro Por Adquisición De Libro
0 comments:
Publicar un comentario