Las
masivas, persistentes y diversas movilizaciones de protesta no se
enfilaron sólo contra el actual presidente de la república o contra un
partido político en particular, sino contra el régimen entronizado por
la dictadura cívico militar en 1973 y que representa los intereses del
gran capital foráneo y de una minoría oligárquica que vive en la
opulencia y que no excede el 1% de la población chilena.
Incuestionablemente,
los movimientos sociales, que por largos períodos actuaron en el
estrecho marco de sus demandas sectoriales, han iniciado una etapa de
convergencia, de superación de falsos autonomismos, de cooperación o
incluso de unificación entre las distintas regiones, entre los diversos
pueblos originarios, entre estudiantes universitarios y secundarios,
entre obreros urbanos, mineros y campesinos, mujeres y hombres, jóvenes y
adultos mayores, etc., dispuestos a superar posturas autorreferentes y
sectarias que tanto daño hicieron en el pasado. La consigna “tu problema es mi problema” caló profundamente en el pueblo movilizado. La exigencia de Asamblea Constituyente se transformó en el común denominador para la diversidad de fuerzas que postulamos un cambio profundo en el rumbo del país.
En
esta etapa, se puso en evidencia que la mayoría ciudadana es
democrática, solidaria, patriótica y que es falso que rechace o repudie
la política. Lo que realmente deplora es la ACTUAL INSTITUCIONALIDAD
POLITICA Y A LOS PARTIDOS POLITICOS QUE LA SOSTIENEN, los cuales se han
convertido en verdaderas agencias de empleo, mercaderes de la
corrupción, correveidiles de los grandes capitales, apéndices de los
poderes fácticos, que han conspirado en el secreto de los pasillos
parlamentarios y en las sinecuras del aparato estatal para ningunear al
pueblo, mantenerlo desinformado y reducido a la mera condición de
consumidor, de rebaño, de objeto de las prácticas clientelistas de los
gobernantes de turno.
Una vez más, los hechos demostraron que
el núcleo dirigente de la CONCERTACION DE PARTIDOS POR LA DEMOCRACIA,
desde 1990, tiene un compromiso duro, inconmovible e incondicional de
sometimiento y subordinación a la dominación de los poderes fácticos
internos y transnacionales.
La mal llamada “constitución de
1980” - reforzada en su aspecto antidemocrático con el voto favorable de
la Concertación y el pinochetismo en el plebiscito de julio de 1989-,
provee el manto de legitimidad que, en los últimos veinte años, ha
permitido que los capitales extranjeros tomen el control de casi dos
tercios del producto interno bruto y más del 72 % de la producción de
nuestro cobre, nacionalizado en 1971 por la unanimidad del parlamento.
La vigencia, por cuatro décadas, de un régimen plutocrático, ha
significado que la inmensa mayoría de trabajadores es pobre, cuyo
salario no permite satisfacer las necesidades básicas de su núcleo
familiar, que a diario y de manera cotidiana debe sufrir atropellos en
su lugar de trabajo, en la sala de espera de consultorios y hospitales,
en el transporte público, en la fila para pagar la luz, el agua, la
basura, la electricidad, en el barrio, en las tiendas y en los bancos
donde impera el robo de cuello y corbata, en las ISAPRES, en las AFP, en
el Retail, en colegios y universidades, etc. En resumen, la
institucionalidad actual, junto con asegurar irritantes privilegios a la
elite oligárquica, deja al ciudadano completamente desguarnecido,
reprimido, sometido a los abusos del gran capital y de su régimen
tramposo y corrupto, autocrático, racista y antinacional. Ello explica
en gran medida que más del 60 % de las personas en capacidad de votar se
abstuvieron de hacerlo en la última elección municipal. En importantes
comunas del país, los alcaldes fueron elegidos con menos del 14% de los
electores habilitados para votar.Pese a lo anterior, la mayoría de
los parlamentarios, tanto de la Concertación como de la Alianza por
Chile, está bastante cómoda con la Constitución pinochetista y con el
modelo político, económico e institucional que ampara. Hay una
flagrante contradicción entre el descontento popular hacia el orden
jurídico vigente y la postura complaciente de la elite parlamentaria,
empresarial y militar que alienta su conservación.
Ante el clamor popular por una Asamblea Constituyente,
las elites dominantes se dividieron: Unos la rechazaron tajantemente, a
todo evento, como el ex ministro Pérez Yoma que declaró: “jamás, en
ninguna parte y por ningún motivo”. Otros, aparentando mayor
“flexibilidad” y con la pretensión de “reencantar al pueblo”,
presentaron, en enero de 2012, un proyecto de ley para “cambiar la
Constitución” pero entre cuatro paredes, en el secretismo del
parlamento, encargando su redacción a una comisión mixta de diputados y
senadores y resolviendo, en definitiva, en el exclusivo marco del
Congreso Pleno, escamoteando la participación popular.
En el
fondo, unos y otros pretenden que el pueblo continúe sin acceso a la
información, que no se interese ni participe en los asuntos públicos, y
que se comporte frente a los poderes fácticos de manera pasiva,
subordinada y obediente. No faltan algunos ingeniosos intelectuales que
fomentan una brecha entre “lo social” y “lo político”, lo que implicaría
que las bases populares movilizadas acoten sus luchas a un esquema
PETICIONARIO, es decir con derecho a pedir y no exigir, circunscrito a
lo que puedan gestionar y negociar las cúpulas parlamentarias y el
gobierno de turno.
Salta a la vista que las “reformas
políticas” negociadas el año pasado entre el Presidente Piñera y los ex
Presidentes Ricardo Lagos y Michelle Bachelet estuvieron acotadas a
cuestiones subalternas que no alteran en absoluto la vigencia del modelo
neoliberal, los privilegios de la elite dominante y la exclusión de la
mayoría ciudadana.
En definitiva, la elite dominante intentará
descomprimir la caldera social sometiendo a la ciudadanía a la única
opción de alternancia en el gobierno entre los dos bloques
parlamentarios que monopolizan el sistema político desde 1989,
intentando que la salida de uno implique la entrada del otro, de manera
indefinida en el tiempo, tal como ocurre en EEUU, Alemania, Francia,
España, etc., lo que implica prolongar indefinidamente la vigencia de la
Constitución de 1980.
Si queremos conquistar LA DEMOCRACIA no
podemos transitar hacia ese callejón sin salida. Por el contrario,
debemos hacer camino al andar y generar nuestro propio PROCESO
CONSTITUYENTE, desde las bases sociales, unidas y comprometidas en un
MOVIMIENTO POLITICO cuyo programa se proponga el cambio de la
Constitución Política mediante una Asamblea Constituyente que represente
a todos los pueblos de Chile, única forma de restablecer el principio
de la Soberanía Popular –principio fundacional de nuestra República- y
de terminar con el régimen que se nos impuso mediante la violencia
criminal de la minoría oligárquica y transnacional.
Este nuevo
MOVIMIENTO o FUERZA POLITICA DEBE apelar a una organización y métodos
de trabajo que la habiliten para cambiar la correlación de fuerzas
actual y generar una mayoría política que doblegue la resistencia de las
fuerzas refractarias al cambio social y al protagonismo popular.
Ello
implica una estrategia de largo plazo, un marco teórico, un diagnóstico
de la realidad y un plan de acción que supere las visiones
cortoplacistas, el sectarismo y el mesianismo político. Para enfrentar
la crisis actual, la ciudadanía no requiere de un “hada madrina”, ni un
técnico, un sabio, un líder o un mesías que la “ilumine” y la “conduzca”
hacia su emancipación. El histórico avance logrado en los años
recientes es producto de un liderazgo y un intelectual colectivo, que ha
madurado al calor de múltiples batallas, con un marco teórico
ampliamente compartido, nutriéndose de las valiosas experiencias de
lucha popular en Latinoamérica y en el mundo y, lo más importante, con
la mente abierta a la búsqueda de entendimientos y consensos con todas
las agrupaciones y liderazgos que comparten el anhelo de superación del
capitalismo salvaje y su reemplazo por nuevas formas de convivencia que
reconozcan en el pueblo chileno el supremo constructor de su propio
destino.
Partiendo de la base de que nos comprometemos en un
proceso histórico de largo aliento, en un escenario en que la
correlación de fuerzas es aún adversa, consideramos que en la coyuntura
de las elecciones presidenciales y parlamentarias del año 2013, las
bases populares deben generar una alternativa propia de modo que ningún
voto de la ciudadanía consciente y movilizada contribuya a oxigenar las
ya decadentes coaliciones del duopolio ALIANZA - CONCERTACION. Ni el
ausentismo ni el abstencionismo harán mella en la estabilidad política
del régimen actual.
Concretamente proponemos que el Movimiento por la Asamblea Constituyente,
junto a todas las fuerzas sociales comprometidas en la superación del
capitalismo salvaje, generen, desde las bases mismas de la ciudadanía,
una candidatura unitaria para enfrentar las elecciones de presidente de
la República, senadores y diputados.
Primero debemos acordar
los principios, el programa y el tipo de organización de esta nueva
fuerza. Después, buscar las y los ciudadanos que puedan representar de
mejor manera este proyecto histórico, para lo cual será importante
conocer la trayectoria política, la capacidad intelectual, la
consecuencia en su práctica cotidiana y su talento para comunicar el
mensaje emancipador a toda la ciudadanía.
Independientemente
que nuestros candidatos sean electos o no, su trabajo estará orientado a
fortalecer en la base los cimientos para la construcción de esta NUEVA
FUERZA DE CAMBIO SOCIAL, cuya demanda política central será: la convocatoria a una Asamblea Constituyente que permita restablecer en Chile la soberanía popular que nos escamotearon hace 40 años.
No
basta con redactar un bonito programa. No nos encandilaremos con
“figuras de la tele” ni con las promesas verbales de aquellos que
siempre “están disponibles” para aventuras personalistas. Lo importante
es el movimiento, la fuerza, la organización y la unidad de nuestros
pueblos.
Para construir este gran proyecto histórico y para
definir la táctica específica del escenario coyuntural que se abre hasta
las elecciones de noviembre de 2013, invitamos a las bases y adherentes
del PROCESO CONSTITUYENTE a este Congreso Nacional.
Viernes 18 de enero a las 18:00hrs y continúa el Sábado 19 a las 9:00 hasta las 21:00 hrs.
Dirección: Domeyko 1938, Santiago Centro, a cuatro cuadras del Metro Toesca.
Inscripción obligatoria a través del correo electrónico:
Mayores informaciones en la web www.
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