martes, 2 de junio de 2009

Alicia Pereda Saavedra. Palabra de Mujer

Nací en la ciudad de Concepción un 18 de Mayo de 1954. Por razones de trabajo, mis padres fueron trasladados a Yumbel en donde cursé mi enseñanza básica en la Escuela Superior de Niñas y en el Liceo Fiscal hasta 1º Medio terminando mi enseñanza secundaria en el Liceo de Niñas Nº1 en Concepción. Ingresé a la carrera de pedagogía en Biología y Ciencias el año 1972 en la Universidad de Chile sede Antofagasta cursando 3 años.

El amor a los libros fue inculcado por mis padres y desde pequeña demostré aptitudes para escribir cuentos y poemas.

La poesía es parte fundamental de mi ser, nace como una expresión espontánea, sin más recursos que aquellos que me dan las palabras, en ellos plasmo los sentimientos que no son sólo míos sino universales, como el amor y el desamor. La inquietud que siento al ver cómo hemos ido destruyendo todo lo hermoso que la sabia naturaleza nos diera.

Mi poesía nace de esa voz interior que no todos queremos escuchar o que en muchos casos no es oída cuando revela las injusticias y las desesperanzas. Es simple como el agua de los ríos, como el sueño de muchos.

Me he desempeñado como monitora en el taller literario del Centro Cultural Alaval en la ciudad de Bulnes, donde editamos dos libros.

Representé a la comuna como delegada en los Cabildos Nacionales de Cultura, fui directora, secretaria y presidenta del Taller’93 Artes, Letras y Oficios de Bulnes.

Tuve el honor de ser elegida por el escultor Américo Becerra para escribir la epígrafe de la escultura El Nuevo Campesino que se levanta en la plaza de Armas de Bulnes.
El año 2008 obtuve el primer lugar en el Festival de todas las Artes Víctor Jara en poesía.

En mi libro Mariposas en la ciénaga, prologado por el poeta Luís Contreras Jara, dejo plasmada la dualidad que se esconde en lo más profundo del ser humano, es por eso que a veces hablo con la voz de mi dual, en este caso el lado masculino, porque siendo siento que de esta forma mi poesía expresa lo que no me es permitido decir o sentir, vivir el amor pleno y verme como lo que soy “un aprendiz de ser humano”.

Y la luz desterrará las sombras…

Y la luz desterrará las sombras.
Un canto de vida se elevará de las piedras
Esparciéndose por quebradas ebrias de sol
Llenando los espacios con dulces ecos
Que repetirá el viento entre los árboles.

Y la semilla será fruto jugoso.
Destilando mieles entre los labios vírgenes
De las morenas vírgenes de mi pueblo
Que cantan loores a la tierra fértil donde
Crece el trigo que se hará pan en su mesa.

Y el cielo se vestirá de terciopelo.
Rayos de plata bajarán por las quebradas
Hasta besar la sedienta arena del desierto
Para despertarla de su sueño milenario
Cuando se borren las fronteras humanas
Y comprenda el hombre que es uno más
En el concierto infinito del universo.

Cierta vez…

Cierta vez pregunté al poeta ¿qué quieres de mí?
Si estaba cierto de todo lo que mi alma añoraba
Era real en mi vida todo lo escrito y todo lo vivido
Si en cada mirada encontraba los destellos de tus ojos
Y en las risas estaba tu voz despertando las mañanas

Mas el poeta callaba escribiendo en las hojas del agua
Destilando de su pluma gota a gota toda la melancolía
Fue dejando vacía mi alma y secos de lágrimas mis ojos
Al mostrarme los colores que formaban en su poesía

¿Qué quieres de mí? Dije y el poeta alzó entonces su voz
Quiero de ti el sabor de los besos que no has dado todavía
El sollozo de tu boca cuando el amor te arrebata el alma
Aquel temblor de tu cuerpo al recibir los frágiles dardos

Quiero robar ese aroma a jazmín de tu piel desnuda
Navegar por tus ríos y explora cada uno de sus afluentes
Dormir en el brocal del pozo que encierra tus deseos
Y extasiado de tu serena belleza darte vida en mi prosa

Así me habló el poeta cuando el día desterraba las sombras
Y aquella voz hecha de versos escritos con hebras del agua
como un sortilegio que llegara en las manos de un mago
quebró en mil pedazos el frío mármol que me aprisionaba.

Alguien firmó un vale por…

Alguien firmó un vale por mis sueños.
¿Mi pagaré vino conmigo o yo con él?
Somos uno, luz y sombre, agua y fuego,
vamos juntos desde la cuna a la fosa.

¿Quién antes que yo adquirió la deuda?
¿Acaso mis genes no fueron pagados?
¿O mi primer ancestro olvidó la deuda
y los intereses a mi cuenta los cargaron?

¿Por qué sobre mis hombros encorvados
cuelgan las deudas de multinacionales
industrias forestales y gigantes petroleras
sin detenerse a preguntar si yo las quiero?

Debo las cuentas de razas extinguidas.
Féretros de muertos de no conocí.
El tálamo frío donde reposarán un día
mis huesos, el agua que bebo, el aire, el temor.

¿Qué valor tendrá el último suspiro que exhale?
¿Quién pagará cuando triunfe el amor?
¿Cuánto estoy debiendo por mirar la luna?
Me han hipotecado hasta la luz del sol.

Unas palabras para su primer libro

Bajo un bello título: “Mariposas en la ciénaga”, vemos levantar el vuelo ágil y colorido a una poetisa que desconocíamos. Y nos parece atinadísima esta figura de equilibrado contraste para representar el encuentro entre uno y otro elemento. El primero de ellos nos recuerda la mutación, aquella curiosa metamorfosis a la que también se refirió Kafka en su momento, sobre una superficie que no ha cambiado tanto desde entonces; nos refiere el sentido del desplazamiento que sortea las dificultades y las brumas, con un destello de libertad y de belleza que surge, no importa de dónde; simplemente aparece y se multiplica como la expresión mágica, evanescente, huidiza, pero infinita que tiene la vida después de todo. El segundo elemento (la ciénaga) es el humedal fecundador, la desmaterialización que antecede a la sorprendente creación humana y divina; el fango, el amasijo originario, donde están los vapores primeros que conforman la naturaleza y su química en actividad. Aunque la idea de la miasma aparenta la oposición a todo orden de belleza y de bienestar para el espíritu, en la síntesis de esta conjunción se concilian los factores universales de la creación y el absoluto, donde el color de la mariposa, el encanto de sus movimientos y su conjunto, encuentran una curiosa armonía con la fuente de la que escapan a manifestarse por el universo. Por eso es que la autora nos habla de que “la luz desterrará a las sombras”, y que “un canto de vida se elevará de las piedras”, porque en su inconsciente creador la firmeza que impulsa su vuelo se sustenta también en aquellos pesares o sombras de las que escapa, las que dan también su energía para el impulso. Al creer en “…la luz que arrasa las tinieblas…”, la autora se sitúa en el centro del instante vital, donde se conjugan oscuridades y rayos espléndidos que le ofrecen este soplo mágico del sueño trascendental; es su ascenso al cosmos o su regreso a éste, con la estela de sus pesares y de sus alegrías, cuando el sol toca la escarcha o el granizo; entonces decir: “…A veces me sueño árbol./ Pulpa húmeda y olorosa,/ verde follaje quejumbroso, / nudos amargos destilando/ gotas de sangre vegetal,…/ A veces me sueño ave./ Liviano cuerpo que se remonta…/,” representa este peregrinaje universal que lleva la dirección de hacer de su sueño una realidad; pero más que eso, hacer de su instante breve, un tránsito superior; extraer de sus sinsabores esa sustancia vivificante, en cuya dimensión, la poetisa, mágica y vaticinante vislumbra un porvenir de armonía, donde confluyen tanto mariposas como aguas detenidas que las reflejan al fin y al cabo y reproducen la imagen sorprendente. Felicito a esta mujer que escribe versos con la misma ternura y verdad que le entregó a la multiplicación sagrada, cobijando a sus hijas, a quienes ve cómo alzan también su vuelo igual que hacen las mariposas. Invito a leer estos poemas, escritos en el centro de lo desconocido (el universo) por quién es una necesaria parte de él.

LUIS CONTRERAS JARA
Poeta y escritor