
Su
adhesión al nuevo régimen se vio reflejada en el oficio que envió el
mayor graduado Pedro José Benavente, comandante del Cuerpo de Dragones
Veteranos, acantonados en Los Ángeles, en respuesta a la nota enviada
por el Conde de la Conquista, el 19 de septiembre desde Santiago, en la
que pide el reconocimiento de esas tropas a la Junta de Gobierno,
instalada en la capital. Revestía especial importancia la adhesión de
las tropas de Los Ángeles, por ser esta la principal plaza militar del
sur. A pesar que el total de sus fuerzas no pasaba de mil hombres, era
un lugar apto para la formación de nuevos cuerpos de tropas.
Desde
esta época y hasta su heroica actuación en Tarpellanca, Andrés de
Alcázar viviría prácticamente empuñando su espada, montado a caballo,
junto a los ríos, bosques y montañas de su Patria.
Su
primera campaña bajo la Junta de Gobierno criolla sería en auxilio de
los patriotas de Buenos Aires, amenazados por una invasión realista en
1811.
En
Concepción se preparó un cuerpo de 200 infantes y 100 dragones de la
Frontera, que partió hacia el Atlántico al mando del teniente coronel
graduado Pedro A. del Alcázar. El citado destacamento, denominado Tropas
Disciplinadas, efectuó una notable marcha vía Santa Rosa de Los Andes,
Mendoza, Buenos Aires, llegando a este último punto a mediados de 1811.
Entre los 27 oficiales chilenos que iban en la expedición, figuraban un
futuro Presidente de la República, el entonces capitán Joaquín Prieto
Vial, y el capitán Manuel Bulnes, padre del Presidente de igual nombre.
Las
fuerzas de Del Alcázar prestaron servicios en Buenos Aires, de
diferente índole, solidarizando con las tropas de la guarnición militar,
en la revolución del 8 de octubre de 1812.
En
abril de 1813, el comandante Alcázar solicitó de las autoridades de las
provincias Unidas del Río de la Plata la autorización para regresar a
Chile, toda vez que se gestaban importantes acontecimientos
independentistas.
El
18 de abril, las "Tropas Disciplinadas" salieron de Buenos Aires,
cruzaron la Cordillera a fines de mayo y entraron en Santiago el 4 de
junio, siendo entusiastamente recibidas por el pueblo y las autoridades.
Tres días más tarde la Junta de Gobierno envió una efusiva nota por los
servicios prestados por Del Alcázar. Este, en su respuesta, agradece en
su nombre y en el de su gente y ofrece su concurso, manifestando su
ansiedad de "poder recoger siquiera una rama de los laureles que sus
compañeros comenzaban a reunir en el sur de Chile".
La
Junta de Gobierno dispuso que las tropas de Alcázar se trasladaran a
Valparaíso, de donde, después de una corta permanencia, fueron enviadas a
Talca. Al organizarse la División Auxiliar, las tropas de Del Alcázar
pasaron a formar parte de ella. De esta División se destacó una fuerza
de 800 soldados, seis cañones y dos culebrinas, que partiendo de Talca,
al mando del Coronel Marcos Balcarce, ocupó sucesivamente Longaví,
Cauquenes y Quirihue.
En
el combate sobre los Cerros de Cucha-Cucha (23. II. 1814), Alcázar
actuó como segundo del Brigadier Juan Mackenna contra la División
realista de Urrejola.
Posteriormente, volvió Alcázar a descollar en la brillante victoria del Brigadier Juan Mackenna en Membrillar (20. III. 1814).
Producida
la invasión de reconquista del Coronel Mariano Osorio, se unieron los
chilenos ante el peligro común, pero era ya demasiado tarde.
Sobrevino
el desastre de Rancagua (1 y 2.X.1814), donde el coronel Alcázar luchó
fusil en mano y codo a codo con los heroicos defensores de la Patria
Vieja. Fue uno de los que sableando y saltando por encima de los
morriones de los soldados de Rodríguez Ballesteros, Montoya, Maroto y
Elorreaga, se abrió paso hacia la cuesta de Chada.
En el éxodo a Cuyo, allí estuvo Alcázar, en la retaguardia, protegiendo la retirada por las cumbres andinas.
En
Mendoza, tomó parte en la preparación e instrucción del Ejército de los
Andes hasta que, al frente de su destacamento, cruzó la cordillera con
destino al terruño, en enero de 1817.
Después
de la Batalla de Chacabuco (12.II.1817) permaneció en Santa Rosa de Los
Andes, organizando un batallón de infantería que propuso crear con
contingente de la subdelegación de Aconcagua. De esta manera nació el
"Batallón Número 1 de Infantería de Chile", cuya organización de detalle
y mando quedó a cargo del Coronel Juan de Dios Vial Santelices, en la
villa de San Felipe.
Entre
el lapso de las Batallas de Chacabuco y Maipú, participó en el sur del
país en la campaña contra las fuerzas del coronel José Ordóñez que,
aliado con los mapuches, se había impuesto la misión de mantener las
armas españolas en las plazas de Concepción y Talcahuano.
Durante
esta guerra de guerrillas, Alcázar fue sitiado por los indígenas en
Nacimiento, manteniéndose en su reducto hasta que fue auxiliado por
patriotas al mando de su sobrino, el capitán Agustín López Alcázar (18.
X. 1817).
El
15. XI. 1817, volvió a ser atacada la plaza de Nacimiento, donde
montaba guardia permanente el coronel Alcázar, por las montoneras
realistas y escuadrones araucanos. Por dos días se mantuvo firme en sus
posiciones hasta que pasó al contraataque, consiguiendo romper el sitio y
poner en fuga al enemigo.
En
Maipú (5. IV, 1818), tomó parte brillante en la victoria, que habría
sido decisiva si el General San Martín hubiese ordenado una tenaz
persecución.
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