
Por Enrique Ojeda
Título: Todas las Rameras de Chile, Autor: César Valdebenito, Género: Cuento, Páginas: 109 pág., Editorial: Ediciones Nuevos Vientos
Tengo sobre mi escritorio el volumen de cuentos; Todas las rameras de Chile, del siempre indispensable escritor César Valdebenito. La portada trae una foto sugerente de las piernas de una muchacha con la falda sobre el muslo como si fuera la primera historia que se nos cuenta.
Solo un autor como César Valdebenito es capaz de intuir, imaginar, interpretar, y darnos moteles, calles, mujeres, bacanales encuentros sexuales, escenas purulentas, y así poner en nuestras manos una pila radio activa.
Todas las rameras de Chile es un texto hilarante, paradójico, cínico, provocativo, desopilante, genuino en su nihilismo sexual, escandalizador con su propuesta ética.
La obra está escrita en un idioma donde abunda el improperio, la obscenidad, la indecencia –es imposible que hubiese sido concebido de otra forma-, pero divertido, profundo, vertiginoso, portador de una notable perspicacia, de tal modo que el cuerpo orondo de cada escena fálica tiene delicados tentáculos dialécticos, en cuyo fondo se descubre, como un perfume adicional, los justos y afortunados impulsos poéticos. Donde corre el vino, la cerveza, el comistrajo, el cigarrillo, la marihuana, la droga dura, las jovencitas de quince, de veinte, de treinta, las divorciadas, las casadas, y las señoras maduras, los moteles, la impotencia, los celos, los desencuentros, con eso y mucho más nos carga el escritor y lo hace con una competencia incuestionable para abordar historias libidinosas, para observar con agudeza una escena, la anécdota mordaz, el absurdo corrosivo de los amantes como si fueran dos enfermos crónicos, el anhelo de los cuerpos que se devoran y se besan como si estuvieran a océanos de distancia, de tal manera el escritor nos va dejando las pruebas que lo condenan, página a página, todas llenas de exquisiteces o bellaquerías sexuales descritas hasta el paroxismos, pero humanas, demasiado humanas. En medio del ardor de aquellos encuentros fortuitos, el cuentista se da tiempo para mostrar ternura, simpatía e incluso bondad hacia seres que, a la postre, terminan siendo parte de nuestras vidas. Así las cosas la escritura de Valdebenito es tensa hasta el límite, pero eso no lo convierte en un autor endogámico o autocomplaciente, más bien es un autor compulsivamente legible y un inagotable contador de historias cuya escritura es propulsada por una atracción sin freno, a tal punto que nos arrastra de una anécdota a otra, de un personaje a otro, de un paisaje al otro en un torbellino alucinado que deja al lector sin resuello.
Admirable la eficacia torrencial de Valdebenito y su delirante talento para fabular.

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