La Soledad, el Agobio, el Espanto! Todo fuera uno, todo ese llanto esparcido ojo muerto y en calambre! Y se avanza. Cada cual a Alambre si hay mezcla de desgarro con buen canto. La olla vacía! Al hijo levanto; líquido de vida, viento de enjambre. La cosa nuestra, carne olvidadiza. Quizás rasgadura que pulveriza espera blanca por divino infierno. Este Palacio se muere. A callarse! Aquesa memoria quiere vibrarse oyendo calores, saqueando inviernos. Andrés Rodríguez Aranis
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