Casi palpamos la ternura en estos versos de Jaime Artal y Clariana. Y digo casi, porque a veces deja escapar una nota alta a modo de reprender y/o hacer notar al lector sus nobles y lícitas consideraciones respecto de su propuesta ética frente a la vida. Generalmente, toda su poesía gira en torno a la ética mediante un mensaje de amor, y , por otro, tras la búsqueda de la fórmula perfecta para convivir en este mundo hostṕil, en que nos agobia el yugo de la vorágine con su monótono quehacer cotidiano.
Debe ser -no cabe duda- por su condición de hombre maduro, sufrido y, a la vez, experimentado un gran gozador del mundo y sus deidades.
Nacido en Barcelona (1924), de donde emigra a Francia con sus padres y de ahí a Chile, en 1950, escapando de dos sangrientas guerras (la Civil de su tierra natal y la Segunda conflagración mundial), Jaime Artal y Clariana se afinca definitivamente en Santiago, lugar donde cimenta su vida de hombre maduro, responsable y de buen convivir.
Conversador infatigable, cree, cuando la guadaña del calendario a muchos empuja a jubilar, que para él aún es tiempo de merecer. Y así, sin respiro, en el primer año del siglo que se incia, se abalanza en picada hacia la poesía. Parece ser una locomotora sin frenos que cruza acelerada por campos, montañas, mares y… mujeres de carne y hueso, que él coge a modo de musas, para verter su torrencial cauce de largo aliento.
Este, su segundo poemario en seis meses, no deja de ser una aventura codiciosa y temeraria. No cualquiera se atreve. Su osadía, como su propia vida, cruza fronteras incalculables. Es interesante escucharlo confesar que por sus años debe apresurar la carrera para publicar sus vivencias, antes que la Parca, inmisericorde, lo traslade al reino de lo desconocido. Impresionante y casi patético resulta su apremio por enfrentar con tanta alegría e ironía su decisión de no querer irse del mundo sin antes marcar un hito que constate su paso por estos pagos.
Con acento esotérico dilucida otra existencia de arcanas dimensiones y, mediante un lenguaje sencillo y pleno de fantasía y retórica, deja fluir sus versos de largo aliento, donde la palabra se le hace escasa para concentrar todo lo que quiere abarcar.
Dos son los capítulos que conforman este poemario que ostenta un llamativo título: “Intento al Destino”. De su primera parte, fragmento del poema “El paso del destino” con que se inicia su libro: “El peso, el paso de mi cuerpo,/ Siento en estos instantes/ una fuerza que puja/ más allá de mi conciencia.”
Como una forma de aferrarse a lo terrenal, Artal y Clariana intuye, sin embargo, en su inconsciente, esa fuerza gravitante que, de alguna manera, cobra idea de que pudiera existir otra nueva vida más allá de la muerte. El Poeta siente la atracción por lo desconocido, y así lo hace notar en gran parte de sus textos.
Del poema “Sabor”: “¿Por qué viajar tan veloz/ hacia el propio sinfín/ que el tiempo obliga?. Reflexión que indudablemente nos obliga a meditar en que ¿habrá que tomarle el sabor a la vida?.
Paradojalmente, como Withman, se contradice distrayéndose de sus propias propuestas.
De “Esperanza”: “La soledad engañosa/ es íntimo retazo/ de la larga noche.”
Como todo poeta, Artal y Clariana, siente el peso, el paso y la sensación de no estar solo, sino acompañado de la noche, la oscuridad, la duda, la muerte y, quizás, hasta el miedo.
Acojamos, entonces, estos poemas de Jaime Artal y Clariana que encierran tantos sueños, tanto amor y ternura, y, que, con decidido entusiasmo, nos entrega en este “Intento al destino”. Recibamos los versos de este catalán, escapados de su lúdica vocación de hombre solidario que posee el don de regalar a quien esté dispuesto a recibirlos.
Así, con un sesgo de romanticismo, incursiona en latitudes oníricas, sin ambiciosas pretenciones, pero convencido que para el ser humano nunca será tarde para creer… y para crear.
Por María León Bascur
Poemas de Jaime Artal extraídos de su libro “Intento al destino”, publicado por Editorial SAFO (2000).
EL PASO DEL DESTINO
El peso, el paso de mi cuerpo.
Siento en estos instantes
una fuerza que puja
más allá de mi conciencias.
Como una nave que avanza
queda en relajada pausa,
pero a la vez
quiere catapultarse hacia el tiempo,
hacia adelante.
SABOR
¿Por qué viajar tan veloz
hacia el propio sinfin
que el tiempo obliga?
Es mejor saborear la penumbra
de horas tranquilas,
el bien calado sabor
de esta bendita noche de lluvia.
ESPERANZA
Si te sientes solo,
lejos de tofo,
es que simplemente te mueres…
aunque sea un instante.
La soledad engañosa
es {intimo retazo
de la larga noche.
Pero,
si las estrellas te miran
desde todos los rincones
de la Vía Láctea,
podrás gritar:
¡Viva está la esperanza!
IMAGINARTE
Despierto a la hora temprana
pensando en tí, reflejo de sol
bajo los espejos de la luna.
Y no puedo sino quererte
y no puedo sino amarte con ternura.
Eres la verdad de un vivo poema,
como árbol que nos regala
su belleza de aire y sombra;
la sutileza de sus matices verdes
de su resoluta forma.
Eres grácil diseño de un emblema,
el júbilo, y la felicidad me embargan;
en ti, presente estoy en eso de imaginarte.
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